La bandera de Avilés, dos franjas azules y una blanca -en el centro- con el escudo municipal, que se viene utilizando como enseña de la ciudad, no tiene sanción legal. Lo que ratifica Eduardo Panizo Gómez en «Heráldica Institucional y Vexilología del Principado de Asturias».

El fútbol hizo posible la actual bandera de Avilés.

Todo empezó cuando el avilesino Eusebio Fernández Muñiz, que ejercía importantes labores de representación industrial en Barcelona, se aficionó a un nuevo juego deportivo, inglés (cómo no), conocido en España como fútbol. Llegó a formar parte de la junta directiva del Real Club Deportivo Español de Barcelona, donde alcanzó la vicepresidencia.

Cuando se casó con la avilesina Emilia Rodríguez Maribona, volvió a su ciudad natal, con amplia experiencia en el entorno del mundo futbolístico. Tanta que puso fin al caos de equipación que tenía el Stadium de Avilés (nombre, entonces, del primer club de fútbol de la ciudad): blanco, verdirrojo, azul, blanquirrojo? hasta que Eusebio Fernández (que con el tiempo sería presidente del club), ofreció una nueva equipación: azul y blanco, a rayas verticales. Eso fue en la temporada 1923-1924, y lo tienen escrito Jorge Valverde y Alberto Rendueles en su excelente «Avilés y su fútbol. Un siglo de historia».

Eusebio Fernández lo que hizo fue gestionar similar equipación que la del Español de Barcelona. Conocía todos los resortes comerciales (entonces escasos) para hacerlo.

El club barcelonés basó el diseño de sus camisetas en los colores de la enseña del almirante Roger de Lauria, marino italiano al servicio del reino de Aragón, que en 1285 defendió victoriosamente al frente de las tropas mañas, las costas de Cataluña, atacadas por los franceses.

Volviendo a Avilés: la bandera del Stadium también era a franjas azules y blancas. Y el fútbol comenzó a hacerse tan popular que los confiteros de la ciudad comenzaron a colocar banderinas con las franjas azules y blanca, clavadas (utilizando un alfiler como asta) en los bollos que por Pascua se venden como rosquillas (es un decir).

Una bandera en el bollo pascual de Avilés (una de las singularidades gastronómicas de la ciudad) fue el acabose, la señal definitiva. Y no pasó mucho tiempo sin que empezara a lucir en el balcón del Ayuntamiento. Y así, hasta hoy.

Así que, institucionalmente, Avilés es blanquiazul gracias al pedigrí cromático de un almirante italiano de armas tomar que, entre otras batallas y rifirrafes, derrotó e hizo prisionero a Carlos el Cojo en el golfo de Nápoles (no es coña, es historia) y que murió en Valencia.

-¡Qué cosas! Toni.

-¡Que cosas! Fidalgo.

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