De nuestro corresponsal, Falcatrúas.

En Bildeo se dicen y se cometen tantas estupideces, que nadie recuerda exactamente de quién salió la idea de las visitas guiadas, que tantos dolores de cabeza están originando a las autoridades locales. Todo surgió con el anuncio aparecido en La Nueva España, tal que asín: «Visite Bildeo y descubra la cultura del cucho».

Debajo de las letras gordas, se abría un abanico de posibilidades para los interesados: «Conozca la diferencia entre el cucho apastelado de las vacas, el castañero de las caballerías, el aceituno de las ovejas y cabras, el asqueroso de las pitas, el humanoide de los gochos? Sea usted uno de los primeros expertos en cucho del mundo, con título acreditativo expedido por la Universidad de Cancienes. Sumérjase en el SPC, Salud Por el Cucho, disfrute de sus propiedades curativas y despídase del reuma, de la soriasis, la segoviasis y del acné juvenil».

Se añadían más abajo detalles acerca de cómo, cuándo, dónde y a cuánto.

Una de dos: la gente nace tonta de baba o son los medios de incomunicación los que la encaminan al desolladero. Con un anuncio así, las personas con algo de sesera dirían que a conocer la cultura del cucho fuese Rita la Cantaora y su señora madre.

El día de la primera visita aparecieron media docena de coches que dejaron a catorce incautos agrupados al pie de la escuela de Bildeo, cerrada desde hacía décadas. Enseguida llegó Ramón el Tumbao acompañado de Pepe Torazo que portaba una bolsa, de la que extrajo un brazado de crótalos de los que llevan las vacas y xatos en las orejas, un alicate especial para alambrar gochos y un sacabocados, propio de zapateros y guarnicioneros para perforar cueros.

Ramón informó a los presentes de que tenía que sujetarles los crótalos a las orejas, para identificar a los que habían pagado la entrada con todo incluido y para cumplir con las especificaciones de la Consejería de Implantaciones Autóctonas, con vistas a la titulación. Los visitantes no salían de su asombro:

-¡No vamos a aguantar que nos coloque esas láminas de plástico en la oreja! Esto nos huele a tomadura de pelo y a estafa; queremos el libro de reclamaciones y la devolución inmediata del dinero.

-Eso -corroboraron a coro el resto de turistas-. ¿Por quiénes nos ha tomado?

Pepe Torazo dejó por un momento las herramientas culturales, se sentó en el banco de madreñero que hacía de oficina de recepción e invitó a los presentes a que se calmaran. Entonces tomó la palabra Ramón:

-No sé qué tienen en contra de los crótalos, cuando son fundamentales para el control del ganado; algunos de estos chavales que estoy viendo entre ustedes llevan alambres enganchados en los morros, en las orejas, hasta en la lengua; varios de ustedes llevan tatuajes bien a la vista, habrá más que no se ven; o sea que ustedes pagan para que les hagan daño, no me negarán que es difícil de entender. Por otro lado, si ustedes son turistas habituales, deberían de estar acostumbrados a que los timen, habiendo abonado por anticipado unos servicios que no han estado a la altura de lo prometido.

Sin oposición, continuó:

-Preguntan que por quiénes les hemos tomado: les hemos tomado por personas de nacionalidad española de las que abusa la Administración habitualmente y desde siempre. Por ejemplo, votan a unos partidos políticos que prometen unas cosas y a lo largo de cuatro años que están en el poder, hacen cualquier cosa menos lo que habían prometido. Verdaderamente quienes gobiernan en el país son los bancos, que dictan las normas que luego ejecutan los gobiernos. También gobiernan las grandes compañías, como Telefónica, empresa nacional, desarrollada por el INI como monopolio y que fue creciendo con el dinero de todos los españoles; cuando llegó la hora de las privatizaciones, Telefónica empezó a alquilar a otras compañías recién creadas toda su infraestructura de líneas, mientras empezaba a comprar compañías de telefonía de toda Sudamérica y a meterse en otros negocios. ¿Se quejan de un crótalo, con lo que tragan cada día?

Ya saben los avezados a estas historias que Pepe Torazo es corto de palabras, él es un hombre de acción, así que antes de que alguno de alguno de los visitantes tuviera tiempo de reaccionar, agarró al primero, un rapacín de unos doce años, y le grapó en la oreja un crótalo amarillo chillón con el anagrama del Principado.

El amarillo de la lámina de plástico junto con la sangre que empezó a fluir abundantemente del agujero taladrado a lo vivo, daban una combinación de colores muy patriótica. Un clamor de quejas secundó los chillidos del mozalbete:

-¡Esto es una mierda!- protestaron con vehemencia los turistas.

-Justamente esa es la cultura que ustedes andan buscando aquí, la del cucho.

Seguiremos informando.