Myriam MANCISIDOR

María Luisa García Fernández era una maestra en la cocina y extendió su sabiduría culinaria a tres generaciones que hicieron de sus recetas una firma con estrella Michelín. García Fernández era la matriarca de los Loya, una familia que transformó la cocina tradicional hace ya medio siglo en los fogones de la sidrería Félix, que luego pasó a ser restaurante y que terminó como hotel en la avenida de Lugo. Esta mujer «noble, sonriente y con carácter» murió ayer a los 81 años de edad. Natural de Besullo, en Cangas de Narcea, María Luisa García fue la compañera de fatigas de Félix Loya, un empresario varias veces galardonado que comenzó como camarero ganando veinticinco duros. Él, vallisoletano, sabía de leña, horno y lechazo; ella, de fabas y pescado.

Ambos se conocieron al calor de los fogones de Casa Mingo, en Madrid, cuando la comida aún sabía a posguerra. Viajaron a Asturias y María Luisa García Fernández dio alma a sus platos. Ahora esta mujer ya descansa en el cielo de los cocineros nacionales, en el mismo que reposa desde el miércoles Santi Santamaria, otro grande que dejó para la historia menús antológicos. El plato que llevó a los altares gastronómicos a García Fernández tenía nombre y apellido: lubina al champán, buque insignia de los Loya. Ahora lo ofrecen sus descendientes al frente del Real Balneario (una de las siete estrellas Michelín de Asturias) y del restaurante Deloya de Oviedo. «Fue su gran creación», sentenció ayer uno de sus hijos, Miguel Loya, también hostelero.

«Mi madre trabajó durante casi medio siglo como cocinera pero, ante todo, fue madre y abuela. Fue la que enseñó a cocinar a sus nietos ya desde muy pequeños», manifestó Loya, que definió a María Luisa García como una persona alegre, pero con carácter. «Era quien llamaba al orden, era la gran madre, la persona que nos unía a todos», dijo, emocionado. Su madre murió a los 81 años, once meses después de perder a uno de sus hijos. «El fallecimiento de mi hermano fue un golpe muy duro para ella», explicó Miguel Ángel Loya. María Luisa García deja viudo, Félix Loya; huérfanos, Miguel y José Antonio Loya; nietos y bisnietos. El funeral por su eterno descanso se celebrará hoy, a las cuatro de la tarde, en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery de Avilés.

Los Loya, dicen quienes los conocen, brillan con luz propia. La familia viajó de Madrid a Asturias allá por 1954, cuando Ensidesa ya era una «fabricona» y en Avilés aumentaba la población, también los restaurantes. Félix Loya trabajó durante dos años en el Santarúa y, luego, se independizó. Fundó un local que bautizó con su nombre en la avenida de Lugo y, con los años, ofreció comida y fonda. Entre tanto, la familia aumentó. Félix Loya y María Luisa García engendraron cuatro hijos: Miguel, Julio, Roberto y José Antonio. Al primero, sus padres le inculcaron la pasión por la hostelería y en 1991 abrió el Real Balneario de Salinas, Miguel trabaja ahora codo con codo con dos de sus hijos, Isaac y Javier. Este último dirige el restaurante Deloya en el hotel Santo Domingo de Oviedo. Todos son descendientes de una mujer «de armas tomar» que dio estrellas a sus platos y condimentó a una familia con grandes dosis de unión dentro y fuera de la cocina.