Los naturalistas llevamos más de veinte años difundiendo el interés de la Ensenada de Llodero y Charca de Zeluán, pero creemos que su importancia aún no ha calado en la sociedad. Esta zona de la ría es una pequeña joya natural que la población en general conoce pero no visita. Cuando alguna vez alguien se acerca por allí, suele ser sólo a pasear por la playa, pero muy pocos van a ver qué aves viven en ese lugar. Y esta situación social se refleja en los múltiples problemas que sufre el espacio.

Por una parte, la expansión portuaria está degradando este Monumento Natural de forma continua. La vegetación halófila se ha reducido tanto, que dos especies protegidas ya han desaparecido. La erosión de las dunas es muy alarmante.

Hay demasiadas administraciones implicadas en la gestión del espacio: Ayuntamientos de Avilés y Gozón, Autoridad Portuaria, Demarcación de Costas y consejería de Medio Ambiente. Pero unos por otros y la casa sin barrer. La gestión natural depende principalmente de la Consejería, pero no ha hecho nada por su protección desde que se decretó como Monumento Natural hace nueve años.

No hay planes de educación ambiental aquí. Y esto es muy necesario, ya que es un espacio casi urbano, inmerso en un entorno de casi cien mil almas. Así, los usos que se realizan están escasamente regulados, y los problemas durante los fines de semana son constantes, ya que los visitantes no están informados de lo que no pueden hacer, como llevar el perro suelto.

La playa de San Balandrán es un grato recuerdo para muchos avilesinos, y por eso ninguna administración se atreve a prohibir el baño en sus aguas. El Puerto simplemente puso un eufemístico cartel «recomendando» que nadie se bañe allí. Pero hay cada vez más irresponsables familias que se meten en unas aguas muy contaminadas. ¿Quién asumirá responsabilidades cuando aparezcan problemas sanitarios?

Muchos vecinos de Zeluán están en contra de la protección de su entorno natural. Para ellos supone prohibiciones. Nadie les ha explicado como les repercute en su vida diaria la existencia del espacio protegido. A esto se añade el actual deslinde de Costas, muy influido por la presencia de la charca, humedal que muchos de los vecinos siempre han querido destruir. Y es que es fácil pensar en los años en que nadie les impedía hacer actividades allí. Sin embargo, nadie piensa cuando todo eran dunas, había mucha menos gente y actividades, por lo que las molestias eran mínimas. Ahora hay mucha más población, más tiempo libre, más actividades, y todo eso hay que regularlo.