Arnao es lo más parecido a una «biblioteca» al aire libre que permite a los geólogos leer la historia hecha fósil. Este enclave castrillonense está dividido en dos partes bien diferenciadas: la plataforma y el túnel de Arnao. El paleontólogo Diego Álvarez Laó visitó el pasado jueves este enclave con LA NUEVA ESPAÑA para descifrar el significado de unas rocas «tatuadas» por la historia natural.

En la plataforma de Arnao se puede observar así una secuencia arrecifal que se corresponde con el Devónico Inferior (Paleozoico medio), período que transcurre entre hace 405 y 395 millones de años. «Hay que tener en cuenta para entender este espacio que en aquella época Asturias se encontraba a la altura del trópico de Capricornio, por lo que las condiciones climáticas eran tropicales, lo que permitió que se formaran arrecifes», explica Laó.

En la plataforma se reconocen una evolución de las comunidades de organismos, comenzando por comunidades de aguas profundas pobladas por organismos como branquiópodos, lamelibranquios y grandes crinoideos, cuyos artejos (fragmentos de caparazón) contribuyeron a estabilizar el fondo marino.

«Sobre este fondo marino ya estabilizado se produjo una fase de colonización por parte de corales ramificados, briozoos o crinoideos y, posteriormente una fase de diversificación en que se encuentran numerosas formas de corales, briozoos, trilobites, braquiópodos y otros organismos.

«Finalmente, en la parte más alta del parche arrecifal la comunidad se encuentra dominada por corales alveolítidos y briozoos lamelares», sentencia el paleontólogo avilesino, que destaca que la singularidad de la plataforma de Arnao radica que en se pueden reconocer las distintas etapas geológicas con solo echar un vistazo, algo único. Sin embargo, la lectura es complicada para un profano en la materia.

«El Ayuntamiento de Castrillón es consciente de la importancia de esta zona. Ya se han colocado paneles que informan sobre el interés de la zona y está previsto crear un itinerario dando a conocer qué esconde cada roca», destaca Álvarez Laó, que insiste en la necesidad de proteger este enclave sobre todo de los expolios. «Ya hay muchos agujeros de personas que se llevaron fósiles, sobre todo, crinoideos. Es más, nosotros hemos visto estos fósiles en venta en el mercado del Fontán, en Oviedo», subraya. Actualmente la plataforma está enmarcada en el plan especial de protección del Patrimonio Arqueológico de Castrillón y está catalogada como lugar de interés geológico internacional (LIG).

El otro punto a estudiar en Arnao son las inmediaciones del túnel, donde hay un sistema arrecifal pleno. Este arrecife se forma principalmente por unos organismos llamados estromatopóridos. «Este arrecife sería parecido a los actuales pero con la diferencia de que en lugar de coral predominan los estromatopóridos o esponjas calcáreas», dice Diego Álvarez Laó. Los estramotopóridos fueron los principales constructores del arrecife, sobre los cuales se asentaron colonias de corales tabulados y ramificados, braquiópodos, crinoideos, trilobites, gasterópodos... «Las condiciones seguían siendo tropicales», recalca. E incide en que esta parte del túnel fue explotada por una cantera que destrozó parte del arrecife. «Es muy importante conservar esta zona. Como decía antes, el Ayuntamiento está concienciado a dignificarlo y protegerlo », asegura este paleontólogo de la Universidad.

En Arnao comenzó a explotarse una mina allá por el siglo XVI, siendo la primera de carbón de España, el primer pozo vertical de Asturias y el único del país cuyas galerías discurrían por debajo de los fondos marinos. Una vez que nace la Real Compañía Asturiana de Minas, Arnao se convierte en un foco de atención internacional para geólogos que se sentían atraídos por el estudio del yacimiento. Ese interés no ha decaído hasta hoy y son muchas las voces que piden la conservación de este espacio natural. Hasta tal punto que los investigadores defendieron ya hace un año crear un Parque Geológico en la plataforma y arrecife castrillonense para dar a conocer y proteger ese enclave que aporta información de hace más de 400 millones de años, como si se tratara de un museo al aire libre.