Myriam MANCISIDOR

Afecta a cinco de cada 1.000 asturianos y su enfermedad, considerada rara, responde a las siglas Chyspa. Se trata de pacientes que sufren malformaciones cráneocervicales, siendo las más frecuentes el Chiari y la Siringomielia. Ambas patologías cerebrales son congénitas, progresivas e invalidantes. Y los afectados sufren desde un intenso dolor neuropático a pérdida de sensibilidad, desequilibrio, ataxia o paraplejia. El neurocirujano del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), el avilesino Javier Sol, ofreció ayer una conferencia sobre estas dolencias en el Palacio de Valdecarzana organizada por la Asociación Chiari y Siringomielia del Principado que preside María Dulce González. La edil en funciones de Bienestar Social, Yolanda Alonso, hizo las veces de anfitriona.

Javier Sol se centró principalmente en el Chiari tipo I -la malformación más común conocida también por ectopia cerebelosa- que surge cuando hay un desplazamiento hacia abajo de la porción caudal del cerebelo (amígdalas) y a veces del tronco encefálico, situándose por debajo del agujero magno. Hanz Chiari fue unos de los primeros en estudiar esta patología que afecta sobre todo a mujeres con una media de edad de 41 años. «La incidencia es del 0,5 por ciento, pero esta cifra es discutible porque cada vez se hacen más pruebas de imagen y esto nos hace pensar, de acuerdo a los resultados, que es una enfermedad más común de lo que parece», explicó el facultativo.

La enfermedad de Chiari se desarrolla por varias causas. La más plausible, a juicio de Sol, es un desarrollo insuficiente de la fosa posterior ya de nacimiento. También se puede sufrir por causas derivadas como las punciones lumbares por repetición o las derivaciones lumboperitoneales. Los síntomas que sufren los enfermos pueden ser dolores de cabeza a la altura de la nuca, alteraciones sensitivas, síncopes, disfagia (dificultad para deglutir), disartria (trastorno del habla) o debilidad muscular. Los médicos dan con la enfermedad centrándose en el estudio del cerebelo, el tronco encefálico o la médula.

Una vez diagnosticada la enfermedad, el tratamiento quirúrgico (neurocirugía) está indicado en caso de progresión de los síntomas o cuando las pruebas de imagen (resonancias, generalmente) indican una progresión de la enfermedad. Los pacientes asintomáticos, a juicio de Sol, también deben ser observados y seguidos clínica y radiológicamente. «Nuestro objetivo es en cualquier caso curar la enfermedad, que disminuyan los síntomas», manifestó Javier Sol, que ofreció información detallada de cómo se realizan las operaciones de Chiari y los útiles que se utilizan en dichas intervenciones quirúrgicas, que se realizan con microscopio. La mayoría de los enfermos mejoran su calidad de vida tras estas operaciones. De ahí la importancia de que los neurocirujanos sigan estudiando avances para la cura de esta enfermedad y se constituyan asociaciones como «Chyspa» a favor de los enfermos y sus familiares.