Myriam MANCISIDOR

Poco más de una hora y media lleva al caminante coronar el «techo» de la comarca avilesina, el mal llamado pico Gorfolí (nombre de la cumbre vecina) que los senderistas conocen por pico Taborneda, Friera, Pedregalón o Bufarán. El camino parte, en este caso, de La Reigada (Illas) y en suave ascenso permite al visitante disfrutar de vistas panorámicas que en días despejados alcanzan desde los Picos de Europa al Cornón (Somiedo) y gran parte del litoral asturiano. El camino, bien marcado, tiene como protagonista principal el brezo y algunos árboles autóctonos que salpican este paisaje fruto, cada año, de las llamas.

Pero una de las fuentes de riqueza de este enclave está en la fauna: en la sierra de Bufarán habita una pareja de aguilucho pálido, una especie que a juicio de César Álvarez Laó, integrante del Colectivo Ecologista de Avilés, debería de estar enmarcada en el catálogo regional de especies amenazas. En la zona central de Asturias, asegura, apenas existen cuarenta ejemplares de aguilucho pálido. En dicha sierra, pese a todo, se han instalado molinos eólicos de los que Lao desconoce el posible impacto ambiental en los animales. A simple vista contrastan con el paisaje de la sierra de Bufarán, que mira desde lo alto a las grandes poblaciones del centro de la región.

El Gorfolí es además del «techo» de la comarca con 619 metros de altitud un lugar de esparcimiento a donde acuden numerosos caminantes y también ciclistas. De ahí el interés de los ecologistas avilesinos en que se desarrolle el parque periurbano anunciado en 2008 -se gestó en 2006- por la Consejería de Medio Ambiente que lideraba entonces Belén Fernández. «Es necesario que se señalicen los caminos, que se instalen áreas recreativas y, en definitiva, que se adecúe esta zona a los visitantes», manifestó César Álvarez Laó.

Por el momento, la señalización más llamativa que se puede observar en la sierra de Bufarán la instalaron días atrás los integrantes de la Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana (Arama) ya que en este enclave hay numerosos restos de la guerra civil. En algunos de los paneles colaboró el grupo ornitológico Mavea con información sobre flora y fauna de la zona. Y es que el Gorfolí es un «techo» que esconde riqueza.