Los días 1 y 2 de octubre se celebró el Día mundial de las aves, siendo el lema escogido para este año «Las aves migratorias y su hábitat». Además, ayer se celebró el Día mundial del hábitat, promovido por la asamblea general de Naciones Unidas desde que aprobó el 17 de diciembre de 1985 que ese día se celebraría cada año el primer lunes de octubre. El lema para este año fue «Mejor ciudad, mejor vida».

Según la RAE, hábitat, en ecología, es el conjunto local de condiciones geofísicas en el que se desarrolla la vida de una especie o de una comunidad animal o vegetal. Normalmente entendemos de forma más coloquial que el hábitat es el lugar en el que vivimos, pero entendiendo «lugar» en un sentido amplio, en el que se incluye el resto de seres vivos, edificaciones, accidentes geográficos, condiciones ambientales, la propia vivienda?

El ser humano se diferencia del resto de seres vivos en muchos aspectos, pero seguramente uno de los más relevantes pueda ser su capacidad de modificar su entorno; tanto es así que es capaz de «fabricarse» su propio hábitat a su antojo: pone y quita árboles o montes, mueve cursos de ríos, utiliza materiales fabricados a su gusto? Además, en su loca carrera de avances tecnológicos, realiza actividades que generan una gran contaminación en el aire y en el agua y muchos residuos.

Durante los dos últimos tercios del siglo XX la modificación que sufrió el planeta por la actividad humana fue brutal. Los avances tecnológicos y la instauración del capitalismo y el consumismo como «panaceas» económicas sirvieron para que las modificaciones de la faz de la tierra fueran en esos 66 años muy superiores a las de los anteriores 20 siglos.

Siendo esto así, desde mediados de siglo XX fue creciendo un movimiento crítico con esta situación, con esta línea de desarrollo de las poblaciones humanas. Muchos de los avances se vuelven en contra del propio ser humano, que vive cada vez más hacinado, en muchas ocasiones en lugares fuertemente contaminados, a veces con condiciones penosas de salubridad (contaminación, enfermedades, ruidos?); en otros casos falta incluso el agua potable, etcétera. En el año 1971 se firmó un pacto para intentar frenar la desaparición de los humedales; así nació el Convenio Ramsar, fruto de la preocupación por la desaparición de casi la mitad de las zonas húmedas del planeta.

Más adelante se celebraron varias cumbres mundiales de la ONU (Estocolmo, Tiblisi, Belgadro, Río de Janeiro?) específicas sobre temas medioambientales, y se llegó a importantes acuerdos para intentar reconducir el progreso humano.

Resulta que los grandes poderes económicos son realmente los más beneficiados de todos estos avances y del sistema de vida actual de los países ¿desarrollados?; y podemos decir esto porque la organización de la sociedad en los países más avanzados lleva a enfermedades derivadas precisamente de esa forma de vida, lleva a ciudades con niveles de ruido exagerados y calidad de aire más bien escasa (pésima muchas veces).

Las leyes europeas y las de cada uno de los países promueven la protección y la recuperación de hábitats concretos que vienen sufriendo una mayor presión, como son las marismas, los estuarios, los sistemas dunares o los bosques de ribera (entre otros muchos). Pero bueno, dejemos por ahora esta reflexión filosófica para fijarnos en nuestro hábitat, en las condiciones del lugar donde vivimos, en nuestro entorno más cercano, para reflexionar sobre el lema de la celebración.

Estamos muy lejos de esas ciudades en las que los suburbios son lugares inmundos, casuchas malolientes e insalubres. Tenemos agua potable sin ningún problema, tenemos sistemas educativo y sanitario estupendos. Sobra la comida, derrochamos energía? Pero en nuestro hábitat tenemos problemas serios, problemas que deberíamos afrontar teniendo en cuenta el lema de este año «Mejor ciudad, mejor vida». Me refiero a la contaminación y a la destrucción del entorno natural; me refiero a que Avilés es una de las ciudades europeas con mayor índice de cáncer y enfermedades respiratorias; me refiero a que el entorno natural está teniendo una gran presión y se sustituye por hormigón. Además no somos excepción en los problemas típicos: obesidad, arteriosclerosis, sedentarismo?

Todo ello hace que tengamos aún un margen amplísimo para tener «mejor vida». No podemos caer en la complacencia, mirándonos al ombligo, porque hay mucho que mejorar. Seguramente habrá quien me critique por estas palabras, pero es que para mejorar hay que identificar los puntos débiles, asumirlos y afrontarlos con decisión. No son por tanto palabras de un quejica, o de un «protestón profesional». La calidad de vida no es tener más dinero, no todo se ha de valorar en puestos de trabajo y en las cosas que tengo o puedo comprar.

Por todo ello, hay que insistir en que nuestros dirigentes han de ser más exigentes para mantener niveles de contaminación aceptables desde el punto de vista de la salud; por eso es necesario que se recuperen espacios naturales en la ría, por eso es necesario que se promueva el uso de la bicicleta, por eso es necesario que se promuevan actividades al aire libre, por eso es necesario que Avilés tenga como objetivo llegar a poder ser reconocido por la recuperación ambiental y la calidad de vida tanto como en su día se le conoció por sus industrias.

Nadie me va a convencer de que teniendo trabajo nos tenemos que dar con un canto en los dientes. ¿No habíamos quedado en que lo primero es la salud, vivir bien? ¿Quién no oyó o dijo eso de «lo primero ye la salú, ¿pa que quies les perres si non puedes sentate a tomar un culín»?