Las «Arañitas de Luanco» guardan silencio ante la ultima sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, prudencia quizás hasta que la sentencia no esté confirmada. La verdad, no me extraña. Milagros Gutiérrez hacía unas declaraciones publicadas en este periódico, LA NUEVA ESPAÑA, el domingo 15 de enero, y dejaba entrever cuáles habían sido las condiciones que se habían visto obligadas a asumir en los últimos años: acompañadas de inspectores de Hacienda en sus casas, cuando bordaban sus mallas como siempre lo habían hecho, en vez de estar contemplando los infumables programas de cotilleo sobre princesas toreras o toreras vueltas en princesas de algún pueblo, sin más mérito que haber retorneado cuernos con unos u otros, o llevar la ropa interior vuelta del revés. Algo similar ocurría cuando hacían alguna demostración en feria o exposiciones y recibían la visita de los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Otros hemos tenido que ser capaces de escribir un libro de ciento veintitrés paginas exclusivamente sobre esta artesanía, sin nombrar una sola vez las dos palabras prohibidas juntas: «Malla de Luanco»; o montar un catálogo similar en páginas con las piezas expuestas en el Museo Marítimo de Asturias en el verano del 2008. Aquella exposición supondrá siempre una deuda de gratitud de este pueblo con el propio Museo y su director José García López. Detrás de la sala y aquel montaje, había muchos entusiasmos, y con los recursos materiales muy justos. Pero también queda mucha literatura de esa que llaman gris, porque pocas veces ve la luz. A modo de ejemplo la denuncia interpuesta por los dueños de la marca en la Consejería de Cultura del Principado, incluyendo un detallado informe menoscabando a quienes -según ellos- falseaban los datos y la historia o dábamos cobijo a actividades económicas fraudulentas. Esto ya es pasado, pero para que se convierta en historia es necesario que se conozca. Luego si se olvida, que es lo conveniente, será un acto de voluntad y soberanía de cada uno. Si los micrófonos de Radio Gozón hablaran, si los pasquines dejaran conocer la mano que los conduce, si las cartas desvelaran autorías que quieren ocultarse -porque las intenciones ya eran claras- ganaríamos muchos textos para hacer pequeñas apostillas a pie de página para una addenda de la historia, porque para otra cosa, la verdad, no dan. Para imágenes del guión podrían servir el vídeo de un primer juicio con la comparecencia de este que suscribe, que me consta se exhibió.

Cuando quede confirmada la sentencia, se habrá restituido a su lugar algo que no debió de perder su contexto jamás. De todas formas me resulta particularmente curioso el interés municipal en esta cuestión, cuando por otro lado la Concejalía de la Mujer del mismo Ayuntamiento editó en 2010 y volvió hacerlo en 2011, una serie de folletos en torno a las diferentes facetas de la mujer trabajadora en este municipio. Y en ellos, en relación con la malla, mantienen una postura claramente beligerante con la posibilidad de que supere en antigüedad el año de fundación del Instituto Cristo del Socorro. Incluso se llega a descalificar de forma manifiesta el trabajo de María Ángeles González de Mena en la colección de la Universidad Complutense de Madrid, que es mucho contravenir, porque está considerada una de las mayores expertas en textiles y encajes de nuestro país. Mucho más, si pensamos que desde el 2008 nuevos documentos de archivo desde el siglo XVII, ya publicados a través de este periódico entre 2008 y 2010, prácticamente nos obligan a todos a una nueva consideración de su cronología en Luanco. Otra cosa diferente son los mecanismos de su comercialización y producción, en el sentido moderno del término. Pero continúa pareciéndome paradójica la situación pues la interrogante sobre la antigüedad de la malla, o la capacidad de emitir un testimonio veraz del cronista de Gozón, fueron argumentos utilizados en los juicios.

Hubo tiempo para asumir los nuevos datos que proporcionaron los legajos del Archivo Histórico de Asturias, pero no se consideró conveniente. Conveniente sería sin duda, un paseo por el Museo de las Huelgas, en Burgos; el Instituto Valencia de Don Juan o la propia Academia de Bellas Artes de San Fernando, para darse cuenta que existen muchos textiles y encajes que han superado los 400 o 500 años.

Para terminar, un regalo para la vista, dos trabajos de Malla de Luanco inéditos. Una banda nupcial presumiblemente del finales del XVIII, y un mantel datable en la primera mitad del siglo XIX, perfectamente encuadrables en esa denostada Escuela de Luanco. Esa que María Ángeles González Mena ideó para aglutinar aquellas labores que tenían una identidad geográfica, dibujos y formas de trabajo comunes, y una evolución en el tiempo, que claramente invitan a hablar de Escuela.

Una nueva etapa, nuevo tiempos, haya paz; el pasado recordarlo para que no se repita, pero nada más. Cualquier otra posición, sería ineficaz, inútil, e injusta, y lo único que deseamos es que la «Malla de Luanco» no sea un recuerdo para la historia, ya que negocio me temo que jamás volverá a serlo.