Los jóvenes y no tan jóvenes estamos asistiendo -y con ello sufriendo- las medidas de un Gobierno en el que más del 70 por ciento de la población no confió. La mayoría absoluta de la que tanto presume el Gobierno sólo es la consecuencia de una ley electoral tan poco democrática como el bipartidismo que promueve.

La decisión que han tomado desde la lujosa mesa de ministros sobre los recortes, reformas y medidas que necesita nuestro país ha sacado a relucir -una vez más- la realidad de unas promesas electorales que se repiten y repiten cada cuatro años; llegan al desempolvar las urnas y al acabar se quedan acumulando polvo de nuevo, como si de una función se tratase. Esta manera de hacer política no es ni mucho menos la que reclama el pueblo y la que necesita. ¿Cómo se puede creer que el país en el que vivimos -un país donde la sangre obrera corre por venas, ríos y cunetas- está dispuesto a sacrificar la calidad de vida que ha logrado a base de partirse la espalda en los tajos para tener contenta a la banca, a los mercados, o a la Merkel.

La precariedad que ayer impregnaba a nuestra juventud hoy ya no hace distinción de edad; las mujeres no eran las más afortunadas en cuanto a calidad de empleo se refiere pero ahora, ni joven, ni mujer, ni pensionista, ni con 45 ni con 36, ni extranjero, ni viajero... nadie más que una determinada clase social de este país se libra de ser víctima de una reforma que tasa nuestro empleo basura y lo transforma en contrato vertedero. Se están justificando las medidas desde el discurso más básico y repetido: para crear y mejorar el empleo joven. Si eso es así, ¿por qué con la reforma nos harán contratos de prueba de un año? ¿Por qué nos podrán echar aunque justifiquemos nuestras faltas de asistencia con una operación a vida o muerte? ¿Por qué además será despido procedente? ¿Por qué nos podrán bajar el sueldo sin ningún tipo de comunicación previa? ¿Por qué podrán trasladarnos de localidad si les interesa? ¿Por qué si no aceptamos ese traslado, el despido será procedente? ¿Por qué perdemos doce días de indemnización por año, de 45 a 33? ¿Por qué perdemos en el periodo de indemnización de 42 a 45 meses? ¿Por qué los ERE no tendrán ningún control administrativo y se pueden atener a ellos cada vez que quieran? ¿Por qué si pierden o prevén ganar menos dinero durante 3 trimestres consecutivos podrán despedirte? ¿Quién conoce las cuentas de la empresa para poder contradecirlo? ¿Por qué no podremos pedir ni un sólo préstamo gracias a la precariedad de nuestros contratos? ¿Por qué ¿Por qué lo hacen?

Ninguno nos libramos de poner todos los meses el dinero que hace posibles los derechos sociales en este país; somos nosotros y nosotras quienes pagamos cada céntimo de euro. Ya está bien de los abusos, ya está bien de aceptar el yugo, ya es hora de exigir que miren por quien lo necesita y que hagan pagar a quien lo merece. Esa manera de hacer política es porque entienden que gobernar es tener el poder sobre la ciudadanía cuando de lo que se trata en unas elecciones es de adquirir el compromiso de representar al pueblo que no es, ni mucho menos, lo que están haciendo.