Lo siento mucho, pero yo no recuerdo haber visto nunca a Servando Ovies Rodríguez viviendo en aquella casa de La Magdalena, como afirma una joven llegada de Cuba en un reportaje aparecido no hace muchos días en este mismo diario. Sí recuerdo muy bien, sin embargo, a mis tíos abuelos, María, Servando, Emilio y Conchita García-Pola habitando en aquella hermosa casa de tres plantas, mientras que el hermano más joven de éstos, Francisco -casado con María Dolores Larrañaga Ruiz-Gómez- habitaba en otra casona situada también en La Magdalena, a unos pocos metros de distancia de la de sus hermanos, que también está aún en pie.

Cuando sobrevino la desgracia de la guerra incivil, en 1936, y tras los asesinatos de mi padre, Juan Cueva Rodríguez de la Flor y de mi tío abuelo, Horacio Álvarez-Mesa Menéndez-Valdés, mi madre y sus cinco hijos -la mayor, Celina, con ocho años y yo con siete-, junto con mis abuelos, Jesús Álvarez y Alicia García-Pola, fuimos todos a vivir a esa casa de La Magdalena y en ella permanecimos hasta el fin de la contienda, que fue cuando regresamos a la casona de Rivero, 2.

Pero lo cierto es que yo no recuerdo haber visto nunca por allí, por la casona de La Magdalena, a mi pariente Servando Ovies Rodríguez, en aquel tiempo al que me estoy refiriendo, hasta el cierre definitivo de la casa, tras los fallecimientos sucesivos de mis tíos abuelos Servando, Emilio, María y Conchita García-Pola, que eran los que vivían en ella.

Tal vez Servando Ovies Rodríguez tuviera otros parientes, acaso más cercanos -quizás hermanos o primos- viviendo hacia el final de la calle de Rivero, como podrían ser Victoriano, Isabel y María Ovies Rodríguez, quienes tenían su domicilio y un comercio de comestibles en aquella calle, en la que también recuerdo que había un viejo loro, malhumorado casi siempre, al que Victoriano -casi inválido- le había enseñado las palabrotas más soeces que pudo encontrar en el diccionario. Esta familia de los Ovies eran primos de los García-Pola que vivían en La Magdalena y siempre mantuvieron, unos y otros, cordiales relaciones de amistad y convivencia.

Lo que sí recuerdo haber oído en alguna reunión familiar es que Servando Ovies Rodríguez solía realizar bastantes viajes de Cuba a Europa -en especial a Francia y Gran Bretaña- como empleado y representante del comercio El Palacio de Cristal, fundado en La Habana hace años por un tío bisabuelo mío, José Rodríguez. A la muerte de éste, El Palacio de Cristal fue heredado por su hermana Flora, que estaba casada con José Manuel García-Pola, haciéndose cargo de la dirección de dicho comercio el hijo de ambos, Servando García-Pola Rodríguez.

En el curso de tales viajes comerciales Servando Ovies Rodríguez encontró la muerte, siendo aún joven -36 años- al embarcar en el «Titanic», en aquel desventurado abril de 1912. En la noche del 14 de ese mes y año al «Titanic» se lo tragó el mar, tras haber chocado con un inmenso iceberg, y con él se fue a las profundidades marinas el bueno de Servando Ovies Rodríguez. Eso sí que puede calificarse de mala suerte.