Teresa CEMBRANOS

«Era el clásico empresario que trabajaba 24 horas al día y que levantó su emporio con conocimiento y esfuerzo. Era un hombre de trabajo permanente». Así describió ayer Antonio Sabino, ex presidente de la Cámara de Comercio, al que fuera durante años compañero suyo en el ente cameral -entró en 1986- además de amigo, Manuel Álvarez «Lloriana»: «Me llamaba todos los días para hablar de economía y política; es una pérdida enorme».

El sector empresarial lamentó profundamente la muerte del que fuera fundador de HIASA. Francisco Menéndez, presidente de la Cámara de Comercio de Avilés destacó la labor que realizó: «HIASA fue un referente durante años en la comarca gracias a la creación de empleo. Además, es una empresa que cree en la innovación. También fue pionero en todo lo referente a la exportación». Menéndez recordó la buena relación que mantuvieron a lo largo de los años. «He sido testigo de los premios que le dieron y he estado siempre junto a su familia», comentó.

Severino García Vigón, presidente de la FADE, afirmó que Manuel Álvarez «era un ejemplo vivo de empresario de raza, de afán de superación, de trabajo y entrega, un orgullo para el empresariado asturiano que hoy (por ayer) llora con tristeza la muerte de uno de sus más destacados representantes, para el que tuve el honor de solicitar la Medalla al Mérito en el Trabajo».

César Figaredo, presidente de Femetal, por su parte, lamentó la pérdida de «un empresario emblemático y ejemplar del sector metal asturiano que supo adelantarse a su tiempo con el desarrollo de importantísimos proyectos empresariales de carácter internacional y siendo vanguardia a la hora de la conquista de los mercados exteriores». Destacó también su papel dentro de la unión de empresarios de Avilés, precursora de Femetal, de la que también participó en su nacimiento.

«Es una lástima, una pena y una tristeza. Le transmito a su familia, a su hija, mujer, nietos (a los que adora) el sentimiento más profundo por su desaparición. Estaba enfermo desde hace tiempo, lo comprobamos el año pasado en la entrega de la Sardina de Oro, también más recientemente durante el 50º Aniversario de Casa Ovidio, que fue el último día en que lo vi», comentó la alcaldesa de Avilés, Pilar Varela. Afirmó que «Lloriana» fue una persona «muy importante» no sólo por la empresa que creó e impulsó, HIASA, sino también «por lo que colaboró con la ciudad». «Ha sido presidente del Real Avilés, recibió una Sardina de Oro, y yo reconozco su apoyo en Valliniello. Y también mereció el reconocimiento de la Medalla al Mérito del Trabajo», argumentó. El alcalde de Corvera, José Luis Vega, definió a Manuel Álvarez como «un hombre hecho a sí mismo». «Fue un empresario que nunca renunció a los principios del trabajo y el esfuerzo. No sólo asentó sus empresas en Corvera, sino que ha sido muy receptivo empleando corveranos. Lo echaremos en falta», dijo.

José María Guzmán Pacios, secretario comarcal de CC OO, también afirmó que «Lloriana» fue el «clásico empresario hecho a sí mismo». «Montó su propio complejo empresarial y al final hizo inversiones en la comarca y en Asturias. Logró forjar su propio negocio de manera positiva e hizo que Avilés fuera una ciudad industrial potente», afirmó. Amado González, su homólogo en UGT, comentó que Manuel Álvarez se había volcado con la industria «a la hora de generar empleo y bienestar para todos en aquellas empresas en las que estuvo. Fue un empresario que se volcó con la comarca».

La labor de «Lloriana» a lo largo de los años no se circunscribió sólo al ámbito empresarial. También estuvo muy ligado al deporte. Así, fue presidente del Real Avilés Industrial durante los años 1992 a 1996. José María Tejero, máximo accionista y presidente del equipo, lamentó ayer la pérdida y afirmó que Álvarez estuvo implicado «de lleno» en la continuidad del Avilés desde su transformación en sociedad anónima deportiva. «Fue la persona cuya aportación personal y económica garantizó la viabilidad del Real Avilés después de convertirse en sociedad anónima. Conmigo ha sido como un padre en cuanto comprensión y ayuda», afirmó. «Lloriana» también se volcó con el Navarro, el equipo de Valliniello, su localidad natal. «En el campo de fútbol hay una tribuna de hierro puesta por él. Y allí tienen él y su familia su sitio», recordó Jesús García, párroco de Valliniello.

García afirmó que «Lloriana» siempre se portó «divinamente» con la parroquia: «Todo Valliniello se recuperó gracias a él; se portó de cine». Así, gracias a él, se recuperaron las escuelas y los locales para las amas de casa, se construyó un depósito de gasoil en las inmediaciones del templo y se urbanizó el Campo de la Iglesia. «Fue un gran empresario, pero también un gran filántropo», destacó el párroco.

Otra de sus obras fue la colaboración con la Cofradía de la Buena Mesa de la Mar. Ayer, su presidente, Vicente Quintanilla, valoró su apoyo desde los inicios de la entidad. «Siempre estuvo ahí tanto para la cofradía como para el Museo de Anclas; fue un puntal importante gracias a su apoyo económico y moral. Es una pérdida importante para la ciudad y para la cofradía», lamentó. Quintanilla recordó cómo «Lloriana» estuvo desde el principio en el proyecto, cuando el museo «era un montículo de piedras». «Fue uno de los que apoyó para que fuese lo que hoy es», aseveró.

Abelardo González, presidente de la asociación «Sabugo, ¡tente firme!» afirmó que Manuel Álvarez «tiene una sardina más que merecida por la labor empresarial realizada durante tantos años».