Luanco,

Illán GARCÍA

El patio del colegio de La Vallina se convirtió ayer en unos de los zocos más creativos de los que han pasado por Luanco en los últimos años. Los alumnos de este centro público demostraron con sus manos que unos simples corchos de sidra, unas tiras de papel y plásticos de diversos tamaños sirven para confeccionar unos «lujosos» collares, marcapáginas o para decorar libretas. Los pupilos se dividieron en grupos para vender los productos manufacturados y así ayudar a financiar las necesidades de la biblioteca del colegio. Algunos de los pequeños ya esperaban en la puerta del centro a los adultos para vender sus productos. «Venid a mi tienda», decía un niño ante la sonrisa de uno de los padres, que más tarde se dejó llevar por el inconfundible sabor del postre luanquín por antonomasía, la marañuela. «No se puede ir nadie sin probar las marañuelas», espetó una de las madres que ayudaban a los pequeños en su primera experiencia empresarial.

Algunos de estos vendedores tenían madera. «Mira este collar es más guapo», le decía una niña a una mujer interesada en adquirir uno de los colgantes expuestos junto a la portería de futbito. «¿Cuál me queda mejor?», contestó la mujer. Al segundo, otro pequeño vestido con una camiseta azul le ofrecía uno. El mercadillo solidario comenzó al mediodía y se extendió hasta, aproximadamente, la una y cuarto de la tarde. Los niños se mostraron satisfechos con las ventas y sus padres estaban ilusionados con el desparpajo que sus pequeños mostraban a la hora de vender los productos que habían hecho con sus propias manos.

Esta actividad es la primera que desarrolla el colegio para despedir el curso 2011 / 2012 pero no será la única. El miércoles de la próxima semana, el equipo docente del colegio de La Vallina, los padres y los alumnos disfrutarán de una comida de hermandad en el patio del centro.