El próximo 3 de mayo se cumple la fecha prevista para celebrar la reunión del patronato que debe decidir el futuro de la Fundación del Niemeyer. Esa cita ya había sido aplazada tras la convocatoria de las elecciones autonómicas de 25-M dado que los responsables del Gobierno, con un actitud muy clara sobre esta entidad, estaban en funciones. Lo cierto es que a estas alturas del partido estamos igual, así que más valdría suspender esa nueva reunión hasta que no quede meridianamente clara la composición del próximo Gobierno autonómico. Pero ese aplazamiento conlleva prolongar el limbo en el que se encuentran aquellos proveedores a los que les debe dinero la Fundación. Sea como sea, el futuro de la entidad es negro: acosada por las deudas, necesita un compromiso político firme para renovarla o, sencillamente, disolverla. Tal y como están las cosas, ninguna Administración quiere muertos en el armario. Y esa decisión, la que sea, ha de ir pareja a un acuerdo amplio y definitivo sobre la gestión del centro cultural.