No les defraudará. Me refiero a la muestra «Colecciona. Arte contemporáneo en las colecciones privadas», organizada por la Fundación Francisco Godia a partir de la exposición «Barcelona Colecciona» pero incluyendo, en esta ocasión, obras de colecciones asturianas de Arango y Masaveu; es una de las mejores exposiciones que se pueden visitar en estos momentos en Asturias, no sólo por la excelente nómina de artistas nacionales e internacionales, sino por la abundancia de narrativas que nos aproximan a las preocupaciones del mundo contemporáneo.

«Las nuevas generaciones de coleccionistas ya no tiene en la cabeza los modelos de Hearst o Rockefeller -escribe David G. Torres en el catálogo-, pero sobre todo ya no contemplan los mismo modelos de entendimiento y acercamiento al arte. Aquella demanda desesperada de un arte apolítico, un arte que exalte la belleza, abstracto y decorativo ha quedado desmantelada».

La burguesía actual ya no siente pánico ante ninguna obra de arte, como ocurría en los inicios del siglo XX. Todo se encuentra en el mercado y por tanto cualquier mecanismo revolucionario ha quedado desactivado. Hasta el rostro de Marx figura, por votación popular, en una conocida tarjeta de crédito de un banco alemán. El buen coleccionista de arte actual se preocupa de que sus gustos individuales confluyan con una contrastada calidad y comparte, en un ejercicio de generosidad, lo privado, contribuyendo a generar una esfera pública, un bien común. Y esta muestra, comisariada por Sara Puig, participa de esa sensibilidad para crear espacio público desde los intereses de los diferentes coleccionistas, que apuestan por encontrase con los nuevos medios y tendencias que desde Nueva York a Hong Kong, han sido referencia en las últimas cinco décadas.

La exposición no responde a criterios cronológicos sino a la multiplicidad de percepciones, si bien existen conexiones entre los artistas seleccionados que comparten una idea del arte ajena al decorativismo y comprometida con lo contemporáneo, interrogándose sobre el mundo que les rodea, más preocupados por entenderlo que de generar belleza, implicados en un discurso que reafirma la necesidad del arte, abriendo interrogaciones y respondiendo a los desafíos que implica la creación en un mundo complejo, anestesiado ante tanto dolor.

La sexualidad, los conflictos bélicos, la relación con el entorno, el compromiso político, la identidad, los desacuerdos, la narración de lo cotidiano, la espiritualidad, la resistencia a dejarse seducir por una mirada integrada son algunos de los temas que despliegan a través de una veintena de obras representativas de los artistas Christian Boltanski, Bill Viola, Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat, Thomas Ruff, Weng Peijun, Shirin Neshat, Jannis Kounellis, Anish Kapoor, Zeng Fanzhi, Dan Flavin, Pedro Cabrita Reis, Pere Cortacans, Esther Ferrer, Cristina Iglesias, Elena Asins, Juan Muñoz e Ignacio Uriarte.

Resulta imposible referirse a cada artista, figuras indiscutibles de la contemporaneidad que han contribuido, junto con otros nombres, a remover el contexto artístico, reactivando pulsiones y redefiniendo conceptos. Algo que se puede contemplar en esta muestra que viene acompañada de un catálogo sencillo, a un precio asequible, con jugosos textos de Liliana Godia, Sara Puig, Bartomeu Marí y David G. Torres, así como estudios individuales de cada una de las obras por sus principales especialistas. Sin duda, una exposición que merece la pena ver.