Daniel BLANCO

La naturaleza está llena de formas geométricas que se repiten una y otra vez. El profesor de la Universidad de Oviedo Ignacio Martínez López, ponente en un curso de verano en Avilés, explicó que estas formas pueden parecer creadas por mecanismos muy complejos, pero «si se analizan estas formas puede comprobarse que están formadas por elementos sencillos», explicó. Puso el ejemplo de la formación de un caracol. «La espiral de su caparazón parece algo muy complejo, pero se forma superponiendo circunferencias», indicó.

Los alumnos del curso «Una mirada a las matemáticas a través del cine y la televisión», reflexionaron ayer sobre la presencia de las matemáticas en la naturaleza y sobre la utilidad de estos códigos de la mano de Martínez López. El profesor eligió el largometraje «Pi: fe en el caos» para mostrar que prácticamente todo se puede codificar, y que las matemáticas son un lenguaje perfecto para ello.

La película cuenta la historia de Max, un brillante matemático que está a punto de hacer un gran descubrimiento que ni siquiera su maestro pudo desentrañar. De este conocimiento quieren aprovecharse, en primer lugar, una empresa de Wall Street, ya que la interpretación de dicha serie numérica desvelaría el funcionamiento del mercado bursátil con lo que se harían extraordinariamente ricos. Por otra parte Max se ve acosado por una secta judía cuyo sumo sacerdote quiere conocer la serie ya que es la única manera de entrar en contacto con Dios y llevar a su pueblo hacia el ansiado paraíso.

El denominador común es que todos quieren conseguir una información privilegiada que les haga más poderosos respecto de sus semejantes, y dicha información está basado en códigos matemáticos. La empresa de Wall Street para estar por encima de la competencia y el sumo sacerdote judío para mantener su estatus privilegiado dentro de su organización.