Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Politécnica de Madrid

La Granda (Gozón),

Myriam MANCISIDOR

Francisco García Olmedo (Cádiz, 1938) es catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Gaditano de nacimiento, Olmedo es especialista en ingeniería genética de plantas. De ahí que por sus manos hayan pasado las primeras patentes sobre plantas transgénicas realizadas en España. Ayer participó en el quinto curso de La Granda con una conferencia titulada «De la transgénesis al cambio climático». Minutos antes de pronunciar la ponencia, García Olmedo atendió a LA NUEVA ESPAÑA.

-De la transgénesis al cambio climático

-El título de la ponencia no tiene nada que envidiar al de la película «Easy rider». Esta conferencia se puede ver en gran angular: repaso distintos temas, pero mi intención es desmontar creencias populares que son absolutamente falsas.

-¿Por ejemplo?

-La demonización de los transgénicos está completamente injustificada y la agricultura ecológica es un camelo, por decirlo con palabras castizas. Su propagación se basa en desacreditar la forma ortodoxa de agricultura, que tiene sus inconvenientes como todo en esta vida pero que está ahí, como el tráfico. La agricultura ecológica sigue un tipo de publicidad engañosa prohibida por ley en muchos países. Otra creencia errónea, por citar un ejemplo más, son los biocombustibles: no son la panacea que se cree. Y luego está, por supuesto, el cambio climático. Todavía hay personas que no se lo creen y que achacan a algún fenómeno extraño que Groenlandia se haya descongelado en tres días.

-¿Cuáles son las consecuencias del cambio climático en la producción de alimentos?

-La mayoría de las consecuencias son inconvenientes. Ya se está comprobando que en ciertas zonas de Cataluña donde hay vid para producir un cierto tipo de vino cada vez las uvas maduran antes, y llegará un momento en que se tendrá que cambiar de cultivo. Tal vez se encuentre otra vid que se adapte mejor pero si el cambio climático es muy rápido, como está siendo, será difícil. Los cambios de la temperatura ambiental y de la pluviometría están ocasionando también que varíe el patrón de plagas en el campo: patógeneos que eran muy tolerables y no hacían mucho daño ahora hacen un daño feroz precisamente por la subida de la temperatura ambiental. Por todo esto nos enfrentamos a nuevos retos.

-¿Debemos entonces ponernos las pilas con esto del cambio climático?

-Más que ponerse las pilas, la sociedad debe de aprender a confiar en los que saben. Cuando hay un debate sobre el cambio climático, este debate está entre los que saben y los que no saben, en lugar de estar entre los estudiosos. Así se puede decir que se debate mucho acerca del cambio climático entre ignorantes como el señor Aznar y personas que han dedicado su vida a estudiar el fenómeno.

-¿Plantas domésticas o silvestres?

-Hemos convertido en domésticas, y por lo tanto en artificiales, una serie de especies silvestres. Por eso ahora podemos decir que el 95 por ciento de lo que consumimos no es natural y no es natural bajo un criterio clarísimo: el maíz, el trigo o la cebada, por poner ejemplos, ya no crecen espontáneamente sin que nadie cuide de estos cereales. Para ser natural, una especie tiene que ser capaz de vivir en la naturaleza por sí misma y las especies que utilizamos para el consumo humano no son capaces. Las plantas necesitan al hombre para cumplir sus ciclos igual que el ser humano las necesita a ellas para vivir. Es decir, nueve de cada diez que estamos aquí sobraríamos si no tuviéramos especies cultivadas.

-Pero esto no es de ahora...

-Algunas plantas son artificiales desde hace diez milenios sencillamente porque la especie silvestre no tendría el tamaño que tiene ahora el trigo o una mazorca.

-¿Cada vez comemos más o menos sano?

-Nunca hemos comido tan sano, pero nunca hasta ahora habíamos sufrido ortorexia, obsesión por la sanidad de los alimentos. Los productos alimenticios nunca habían sido tan seguros desde el punto de vista sanitario y saludable como ahora, lo que no es saludable es el uso que hacemos de ellos como no es saludable que la ventanilla del coche se abra apretando un botón. La obesidad se ha convertido en la gran patología del siglo XXI pero no por culpa de que los alimentos sean más peligrosos sino porque se abusa de ellos. Los alimentos son sanos, todos.

-¿Incluso la «comida basura»?

-La comida rápida que ya defendía Grande Covián se convierte en basura cuando no se come más que eso. Si solo se comieran besugos serían también besugos basura. Es mucho menos sano un chino que un burguer, ¿de acuerdo?. Lo que pasa es que el burguer es para una vez a la semana o para obtener las calorías mínimas que se necesitan cuando no se tiene dinero, pero no hay alimentos malos sino dietas malas.

-¿Le preocupa más la obesidad o el hambre?

-La obesidad es un problema muy serio al que hay que prestar atención, pero el hambre es un problema trágico. El impacto sanitario de los obesos es tan importante como la hambruna.