Laura G. ORTIZ

Hace aproximadamente un año, diez personas parecían nerviosas antes de hacerse a la mar en uno de los barcos anclados en la ría de Avilés con el objetivo de disfrutar de un paseo por el estuario y de toda una emoción náutica. El patrón de la lancha, Javier García, les daba la bienvenida a bordo, y a su lado Estefanía Álvarez, la guía, les avanzaba el itinerario que seguirían: la rula, San Balandrán, Zeluán, los astilleros, San Juan, Asturiana de Zinc y el faro. Sin embargo, tan sólo un verano después, la crisis ha paralizado esta actividad turística. «El año pasado logramos subir a bordo a 2.000 personas, mientras que este año hemos paseado tan sólo 25 o 30 personas en todo el verano», asegura el capitán.

La solución: reducir la actividad al fin de semana y plantearse seriamente el cierre. Todo una tragedia para García: a él lo que le gusta es enseñar la ciudad desde el agua y mimar su lancha. «Compré este barco en 2002 y le tengo mucho cariño. Cuando por temas de trabajo salgo tarde duermo en él», asegura el capitán, que, además de ofertar paseos, se dedica a la pesca profesional. «Ya no se puede soportar este trabajo: hoy voy con 6 personas y 4 de ellas no pagan por ser niños», afirma.

El coste de los billetes para el viaje hasta la playa de Salinas era el año pasado de 12 euros para los adultos y de 8 para los niños. Este año ha subido a 15 euros por adulto y la mitad para los niños mayores de 6 a 13 años. «Ha subido el gasoil, así que tuvimos que subir el precio del billete para compensar», explica Silvia Rubiera, la mujer del capitán.