La táctica del patadón y tente tieso es muy socorrida en los equipos de fútbol aficionados, e incluso entre algún club más o menos ilustre venido a menos, así como en los típicos partidos entre solteros y casados que suelen disputarse en las fiestas populares. Consiste, como todo futbolero sabe, en aventar el balón lo más lejos posible con la esperanza de que un golpe de suerte o una pifia lo cuele en la portería contraria; esta táctica se suele reforzar, además, con una defensa contundente a la que no le tiembla el pulso para, con desprecio del reglamento si es menester, tentar la dureza de las espinillas de los rivales. Es habitual la censura a los entrenadores que comulgan con este credo por lo poco que aporta a la nobleza del balompié, pero eso no es óbice para que el patadón y tente tieso tenga sus adeptos.

Viene esta introducción al caso de lo que acontece en la agrupación avilesina de Foro, una formación que saltó al campo político hace dos años con la presunta intención de epatar a los contrincantes con una primorosa forma de mover el «balón» y ha acabado jugando una pachanga en su propio vestuario. Todo es consecuencia de que con el catecismo «oficial» de Foro, tal y como lo predica Francisco Álvarez-Cascos, ya hace tiempo que no se ganan partidos y entre los jugadores del equipo han empezado a surgir dudas y recelos. Primero fue un murmullo, pero la cosa ha ganado decibelios y desde hace unas semanas la bronca es vox populi.

Los aplicados «entrenadores» que siguen en Avilés el dictado de Cascos (léase Manuel Peña, principal promotor del partido en la ciudad, y Pablo Sánchez Lorda, cabeza de cartel electoral y presidente local) no han dudado en aplicar la táctica del patadón -destituyendo de sus cargos orgánicos en Foro- a esos díscolos que, encabezados por uno de los fichajes estrella del equipo, Raimundo Abando, decidieron discrepar en el convencimiento de que la goleada que encajará FAC puede ser de escándalo en caso de seguir emulando a José María Belausteguigoitia Landaluce, que pasó a la historia del fútbol español como «Belauste» y acuñó aquella memorable frase: «¡A mi el pelotón, Sabino, que los arrollo!»

La primera consecuencia de la purga de Abando y otros cinco foristas críticos fue la extinción de la poca paz que quedaba en Foro, en cuya sede avilesina ya hace meses que se llevan viviendo episodios tensos y para nada ejemplares. Los «críticos» reprochan a la rama oficial del partido su talante «poco democrático» y exponen en su defensa ejemplos bien recientes como la decisión unilateral de traspasar el sueldo del concejal Alejandro Gelaz, que renunció al salario porque no creía estar haciendo nada para ganárselo, a Enriqueta García. Los hombres y mujeres del «aparato» replican haciendo ver que son intolerables las deslealtades, entendiendo por tales las declaraciones de quienes piden «más democracia interna» y «debate de ideas». Si encima esas declaraciones se producen en LA NUEVA ESPAÑA, entonces el asunto adquiere tientes de alta traición.

En este inestable caldo de cultivo los acontecimientos se precipitan: Sánchez Lorda advierte a los suyos de que es tiempo de cerrar filas y que aquellos que no estén por la labor de «respetar las normas» haría bien en plantearse dejar el partido. Exactamente lo que ha hecho Alejandro Gelaz, harto de malos rollos y deseoso de centrarse en su carrera profesional. Puede no ser el único que tome en breve las de Villadiego, viendo que el «míster» se empeña en la táctica del tente tieso, aunque otros aún creen factible sosegar las aguas y recuperar el rumbo; lo que no consta es cuánta paciencia les queda en el tanque.

Volviendo al símil del fútbol, un militante de Foro curtido en mil batallas políticas me comentó hace unos días algo que resume muy gráficamente el estado de ánimo en el vestuario forista: «De tanto patearlo, hemos pinchado el balón».