San Juan de Nieva (Castrillón), Teresa CEMBRANOS

«Vivimos en el pozo y tragando mierda todos los días». Así describen los vecinos la vida en San Juan de Nieva, en Castrillón, tras doce años padeciendo una constante lluvia de polvo de carbón procedente del Puerto de Avilés y que está minando la paciencia de los residentes, algunos ya completamente desquiciados. Y a eso hay que sumar el pestilente olor que llega desde Chemastur cuando sopla el nordeste y a los inconvenientes de vivir en las inmediaciones de otra gran industria como es Asturiana de Zinc (AZSA). Ya dicen estar hartos, sobre todo de buenas palabras. Y por eso, no dudarán en salir a manifestarse ante las instalaciones portuarias para ver si con actos «más duros» son capaces de conseguir que sus vidas mejoren; que dejen estar teñidas de negro. «Ahora tenemos ganas de que llueva para poder respirar», denuncian.

«Llevo 22 años viviendo aquí y cuando vine no había tanto carbón; esto parecía un paraíso terrenal. Ahora tengo asma, depresiones, infecciones en los ojos,... Si viene un médico aquí constata que no estamos ni uno sano», afirma María Teresa Domínguez, que asegura estar «atacada de los nervios» con la situación que sufre en su casa. Y es que son las viviendas del poblado de San Juan las que peor parte se llevan. «No podemos abrir las ventanas porque se llena todo de carbón. Limpias y a los cinco minutos hay que volver a hacerlo. Ni siquiera podemos tender la ropa fuera, porque hay que volver a meterla en la lavadora. No ganamos para agua», añadió Chelo Muñiz.

A los vecinos -unos 150 a lo largo del año y hasta 300 en verano- no les cabe en la cabeza que el Puerto de Avilés no ponga en marcha alguna medida que impida que las empresas criben el carbón al aire libre justo en las inmediaciones de sus hogares y más cuando está perjudicando la vida de los vecinos. «Esto es un sufrimiento porque es algo continuo. Sales de casa recién duchado, y cuando llegas caminando a la estación de tren ya estás todo lleno de porquería. O vas a coger un vaso del armario y tienes que lavarlo porque tiene pintas negras», aseguró José Ramón Lobato. Y añadió: «Hace años llegó Ensidesa y padecimos la contaminación en la ría y en la atmósfera, pero eran otros tiempos. Ahora, estas empresas limpian el carbón al aire libre y hay que exigir que sea dentro de naves. Parece que estamos viviendo hace cien años, sin ningún tipo de seguridad medioambiental».

Los residentes ven cómo día a día se van estropeando con el carbón ya no sólo las fachadas de las viviendas - «las pintas y no dura nada en buen estado»- sino también los coches. «El carbón es grasiento y si no eres un esclavo de la limpieza te queda todo lleno de marcas. Los cristales del coche es imposible que queden bien limpios; no conseguimos que ningún producto quite las manchas, ni el vinagre», lamentó Yolanda Fernández, que lleva desde los siete años vinculada a San Juan de Nieva -ahora vive en Piedras Blancas aunque la casa «familiar» está en el poblado. «Tuve la casa cerrada varios días y cuando volví tenía carbón dentro. Ya no sabemos qué hacer», añadió.

El pueblo de San Juan de Nieva tiene junto a la carretera un parque infantil y una zona de juegos para mayores. Algunos padres y abuelos han prohibido a los niños acercarse allí: no quieren que una mañana o una tarde de juegos acabe con las manos, las piernas y la ropa completamente negra. Otros son más «atrevidos» y juegan en los columpios. Eso sí, con un trapo para limpiarse cerca. «A los niños, cuando llegan del parque, hay que bañarlos enteros», afirman los vecinos. Lo mismo ocurre si les apetece pasar una jornada en el monte anexo a San Juan: «No te protege ni la sombrilla».

Algunos de los vecinos no descartan la idea de abandonar sus casas aunque son conscientes de que no son buenos tiempos. «Hay casas que llevan en venta cinco años y nada. Entre la crisis y la polución... Y lo que nosotros denunciamos no es que anime a la gente a venir a vivir aquí», afirma Chelo Muñiz.

Los problemas con el carbón comenzaron hace unos doce años, según explicó Juan Requena, presidente de la asociación de vecinos «El Espartal» de San Juan de Nieva. Fue entonces cuando el Puerto comenzó a alquilar unas parcelas de la margen izquierda para que algunas empresas cribaran carbón y «clinker» «sin ataduras medioambientales». Y desde entonces, pocas mejoras y sólo buenas palabras pero pocos hechos, como denuncian los vecinos.

«No tenemos el apoyo de nadie, ni de la Alcaldesa de Castrillón, ni del Puerto ni del Principado. Muchas palabras y ningún resultado. Y así durante los últimos tres mandatos», afirma Muñiz avalada por muchos otros vecinos. Y en ese saco no sólo hablan del problema con el carbón sino también de Chemastur, que lleva años «asfixiando» a los residentes.

«Creímos en las buenas palabras de los diferentes presidentes del Puerto y fue un error. A ver ahora con Santiago Rodríguez Vega», afirmó Juan Requena. La experiencia vecinal con su antecesor, Raimundo Abando, no fue nada positiva: «Le pedimos que pusiera una mampara en el depósito más cercano a la carretera y que es el que más nos perjudica. Y en vez de eso puso una línea férrea para que los vagones cargaran ahí y no como antes, que la empresa tenía que ir al otro lado del Puerto. Su comportamiento con nosotros fue denigrante y vejatorio».

Por eso, ahora los vecinos esperan que el nuevo responsable portuario sea más receptivo y se acerque al Puerto «para ver lo que pasa». En ese sentido, los residentes denuncian, por ejemplo, que no funcionan los cañones que tienen que mojar el carbón para que no quede en suspensión y llegue, con el viento, hasta sus dominios. Proponen, por eso, que se tapen con lonas las montañas de carbón. «Son cosas que se pueden hacer ya, sin tener que esperar meses», comentan.

El objetivo final de los residentes de San Juan de Nieva es conseguir que esas mercancías se trasladen a otras parcelas del puerto e, incluso, a la otra margen de la ría, donde el Puerto cuenta con nuevos terrenos. A este respecto, Requena explicó que Rodríguez Vega tiene previsto negociar con Azsa el traslado de su depósito de blenda a las parcelas que ahora ocupa el carbón. Eso ocurrirá, según el dirigente vecinal, si cierran una nave. «El carbón, entonces, lo trasladarían a otro lado», dijo.

La otra «espina» de los vecinos de San Juan es Chemastur. En ese caso, parece que han tenido mejores resultados en las denuncias y Requena asegura que el problema de los olores «está encauzado» gracias a una resolución del Principado de Asturias, que tiene recurrida la empresa. Por el momento, en los últimos días están percibiendo que el olor es «diferente», «como camuflado», expuso José Sánchez. Se debe, según afirmó Juan Requena, a que la empresa ha decidido instalar un cuarto filtro que recoge las impurezas que aún resultan de las etapas anteriores, y que se encarga de echarles «unas esencias» que alivian el fuerte olor que genera la descomposición del ácido con la piedra fosfórica. «¿Y eso que respiramos es perjudicial para la salud?», se pregunta Chelo Muñiz. A lo que Requena contesta que «no, según el Principado». «Espero que no me estén mintiendo», añadió. No obstante, los vecinos afirman que no pararán hasta que no consigan que se instale «un medidor de continuo en la chimenea» de la factoría para saber si hay contaminación en la atmósfera.

Los ecologistas apuntan que el caso de Chemastur es el que lleva arrastrando problemas graves desde el mismo día en que se abrió. «No se han tomado las suficientes medidas y ahora el problema de los olores llega no solo a San Juan y a la zona de Jardín de Cantos sino también a Salinas», explicó Fructuoso Pontigo, portavoz del Colectivo Ecologista de Avilés. El ecologista alerta de los riesgos para la salud. «Ocasiona irritación de las mucosas y algunas personas han tenido que ir a urgencias. La empresa tomó medidas insuficientes y se necesitan otras», explicó.

El Colectivo Ecologista llevó ante la Fiscalía de Medio Ambiente el caso de Chemastur pero se archivó «porque no hay pruebas de la toxicidad». «Hay miles de llamadas y quejas, pero el 112 no saben qué hacer. Pasan la llamada a la Policía Local de Castrillón, que no hace ni caso, y a la Guardia Civil, pero nada. No es normal esto que está pasando; es un tema que está enquistado y en situación de precariedad».

La asociación de vecinos de San Juan quiso dar una llamada de atención a la empresas de su entorno y al Principado: «Que no nos infravaloren o menosprecien por la cuantía de personas que habitamos aquí, pues el grado de desesperación existente entre todos los vecinos es tal que igual nos da por coger la calle del medio. Y no nos pueden tildar de intransigentes, pues ahí está la hemeroteca para ver el tiempo que llevamos denunciando y pidiendo medidas a Medio Ambiente. Y sobra quien pone en entredicho nuestro sentir y alegan que vamos en contra de los puestos de trabajo. Nada más lejos. Eso es intocable y más en los tiempos que corren».

Pero hasta que llegue una solución, los vecinos tendrán que seguir barriendo el carbón de sus casas, limpiando las manos de los niños que juegan en el parque y soportando un olor que, en ocasiones, es «nauseabundo». La cara «b» de la industria, negra, está en San Juan de Nieva.