Parece que mis electrodomésticos se han confabulado para empezar a fallar todos a la vez. Me pregunto si será cierto que existe la obsolescencia programada y que los fabricantes manipulan los aparatos electrónicos y los electrodomésticos para que caduquen y tengamos que comprar uno nuevo. Dicen que hay impresoras con un chip que cuenta la cantidad de hojas que imprimimos y que la bloquea cuando alcanzamos la cifra programada.

Nos hemos acostumbrado a no cuestionarnos por qué se estropean las cosas y ya no se repara prácticamente nada. De hecho, hay muchos productos que yo no llevaría a reparar: una tostadora, un secador, un exprimidor? simplemente los tiro y me compro otros. Así hacemos la mayoría, porque mi generación no es la de mis padres, que se resisten a cambiar de electrodomésticos porque todavía funcionan. ¡Fíjense!, ¡porque todavía funcionan! ¿Desde cuándo es ése un motivo para cambiar de móvil o de ordenador? Recuerdo durante toda mi infancia y adolescencia la misma nevera, la misma televisión, todo duraba al menos 20 años. ¿Se imaginan ahora más de 20 años con la misma cámara de fotos? Lo cierto es que la durabilidad de un producto ya no es un reclamo publicitario, ¿queremos realmente que nos duren toda la vida? ¿Hay algún anuncio que insinúe algo así? Incluso el lenguaje que usamos sugiere que los aparatos ya no se estropean, ni enferman, sino que se mueren: «Es que se me murió el móvil» decimos sabiendo que nunca resucitará.

Y luego está la presión social. Seguro que todos nos hemos reído de aquel que se resiste a cambiar de móvil y les hemos dicho algo así como, «¿pero dónde vas con ese ladrillo?». No hay más remedio: hay que consumir y estar a la última en nuevas tecnologías, aunque en realidad ya nadie se compre ningún aparato que sea lo último de lo último, porque para cuando uno se ha hecho con esa primicia, ya está a punto de salir un modelo más moderno.

Y aunque algunos factores nos «obligan» a cambiar de ordenadores, consolas o móviles, como una nueva versión de software que ya no funciona con modelos antiguos o las baterías que tienen una corta vida, en general lo que sucede es que la mayoría siente la «necesidad» de cambiar de aparato. Hay que tener el móvil más moderno, un tablet a la última y el portátil más potente, aunque sólo se use Word y el correo electrónico.

Todos sentimos alguna vez la necesidad de cambiar lo innecesario, supongo que es la forma de sobrellevar el resto de las rutinas.