Contestaba la escritora asturiana Ángeles Caso ante la desafortunada pregunta de un asistente a la presentación de su último libro en la Casa de Cultura de Avilés que decirle a una mujer escritora si se consideraba escritora para mujeres es, a todas luces, un insulto. La pregunta, además de desafortunada, es, lamentablemente, frecuente. Imagino que no era intención de su autor enfadar a la invitada, pero creo firmemente que él estaba convencido de que, efectivamente, así era: mujer que escribe para mujeres. Imagino, además, que el autor de la pregunta no sabía que Ángeles Caso había escrito, entre otras cosas, «Las olvidadas». Una historia de mujeres creadoras, una tenaz defensa de mujeres pintoras, compositoras y escritoras silenciadas por la opresión masculina. En su libro, Ángeles Caso menciona una relación de mujeres pintoras, escultoras y escritoras de diversas épocas, condenadas al olvido y nunca o escasamente mencionadas en los libros de arte o literatura. Con toda probabilidad, porque los autores de estos libros y los críticos de la época eran hombres. La pregunta era, por tanto, toda una provocación, porque en el fondo parece que se trata no solamente de separar la literatura por sexos, sino de mostrar que la literatura escrita por mujeres es, además, de una calidad inferior.

Caso argumentaba en Avilés, como en otras muchas ocasiones en la prensa, que los hombres en general no leen a mujeres escritoras porque presuponen que sus novelas serán cursis y blandengues. Ella ya había defendido la idea, además, de que existe un prejuicio firmemente asentado en la sociedad que nos induce a creer que prácticamente todas las cosas importantes de la historia de la humanidad, a excepción de parir, han sido llevadas a cabo por hombres.

No sé si los hombres lectores que mantienen esos prejuicios ante la novela escrita por mujeres serían capaces de afirmar que existe una sensiblería típicamente femenina en el universo creado por Emilia Pardo Bazán para los «Pazos de Ulloa» o en el intento creacionista casi divino del «Doctor Frankenstein» de Mary Shelley, por poner un par de ejemplos decimonónicos. ¿Acaso son las novelas policiacas de Donna Leon para mujeres? La escritora Laura Freixas decía en una ocasión que, si nunca has oído la citada pregunta, o bien no eres escritora, no escuchas o lees entrevistas a escritoras o eres de Marte. Con la convicción de que todas las mujeres escritoras han tenido que enfrentarse alguna vez a tal impertinencia, en uno de sus artículos y con gran sentido del humor Freixas ofrecía una relación de ingeniosas respuestas para contestar al interlocutor.

¿Quiere decir todo esto que no hay mujeres que escriban para mujeres? Por supuesto. Y hombres que escriben para mujeres. Y mujeres que escriben para hombres. Y hombres que escriben para hombres. Igual que existen canales de televisión o revistas presuntamente para mujeres o para hombres que se ajustan a todos los tópicos y gastados estereotipos de lo que se entiende por típicamente femenino o típicamente masculino. Otra cosa es que todas las mujeres estemos dispuestas a formar parte de esos estereotipos. La literatura se mide por su calidad y no por el sexo de su autor. Esperemos que algún día, por fin, esa pregunta deje de estar presente en todas las entrevistas.