Marta PÉREZ

La Universidad de Oviedo acaba de desarrollar detectores de mercurio y plomo en sangre del tamaño de un teléfono móvil que permitirían a las empresas controlar a diario la salud de sus trabajadores. El trabajo no ha pasado del papel y sus creadores del departamento de Química Física y Analítica esperan que tras el accidente en Asturiana de Zinc sus investigaciones lleguen a la sociedad. Así lo explica el profesor Agustín Costa García, autor del trabajo junto a Daniel Martín Yerga y María Begoña González García. «Si esto estuviese comercializado no pasarían las cosas que pasan... el problema es que la investigación se queda en el laboratorio y no llega a la sociedad: los científicos estamos desmotivados», explica Costa.

El catedrático de Química Analítica de la Universidad de Oviedo asegura que si las empresas contasen con estos dispositivos la salud de los trabajadores estaría vigilada con un coste mínimo. «Cada análisis costaría unos dos euros, como mucho 3 euros. Cada trabajador se podría hacer a sí mismo el análisis. No todos los días, quizás una vez al mes para saber si alguien está sufriendo una posible contaminación», sostiene. «Lo que no se puede hacer es esperar a última hora, cuando las cosas pasan. Así funcionamos», añade. «Nuestra Universidad está haciendo esfuerzos tremendos en estas lineas de investigación que luego no tienen trascendencia. Y aunque son cosas que a nuestro Estado le cuestan dinero y se pueden trasladar a la sociedad fácilmente, se quedan en el laboratorio. A mí me da pena y se me queda cara de tonto al enterarme por la prensa de que pasan estas cosas, cuando nosotros nos hemos molestado en sacar esto adelanta», mantiene el catedrático. «Lo tenemos a la puerta de casa, en nuestra universidad y no nos beneficiamos de nuestras propias investigaciones», añade.

El detector de mercurio y plomo en sangre o en aguas contaminadas que ha desarrollado la Universidad de Oviedo permite, además, controlar la calidad del agua de una manera sencilla y rápida. «Nosotros utilizamos excelentes materiales para la fabricación de un sensor electroquímico que permite una rápida, barata y fácil forma de detectar el mercurio. Gracias a la potabilidad del instrumento el método podría ser utilizado para realizar análisis in situ», explica el catedrático de Química Analítica.

El método se vale de una superficie serigrafiada, parecida a los electrodos que detectan los niveles de glucosa en sangre. «Es un serigrafiado de partículas de carbono, Sobre ellas nosotros sintetizamos nanoparticulas de oro. Es la reducción del mercurio y el plomo sobre estas partículas de oro lo que genera unos procesos específicos que hacen que podamos determinar selectivamente el plomo y el mercurio en esos electrodos», concreta el profesor Agustín Costa sobre el método de análisis.

La investigación ya está publicada en dos revistas especializadas y el texto recoge serias advertencias sobre los riesgos del mercurio para la salud. «El mercurio está considerado uno de los contaminantes químicos más peligrosos, y desgraciadamente es uno de los metales pesados más abundantes en el medioambiente. La toxicidad del mercurio varía según su fórmula química, pero todos los tipos de mercurio son tóxicos. Puede quedar acumulado en algunos órganos vitales, como el hígado, el corazón, el cerebro y los huesos», recoge una de las publicaciones. «La exposición al mercurio puede causar desordenes en el sistema nervioso, problemas mentales e incluso la muerte», añaden los autores de la investigación en su análisis.