Myriam MANCISIDOR

Sir Bob Geldof es un veterano punk de Dublín ahora de duelo por el rock and roll. «Culturalmente ya no tiene la misma importancia que tuvo en los últimos veinticinco años, por eso creo que la era del rock and roll ha terminado», manifestó ayer el cantante, compositor, actor y activista político durante un encuentro que mantuvo con su público -once personas, el día de perros hizo estragos- en el cine del Centro Niemeyer, horas antes de ofrecer un concierto en el complejo cultural avilesino. Agregó: «El rock necesita un contexto en el que funcionar y ahora se dan condiciones propicias, pero las redes sociales pueden sustituir al rock and roll». En este contexto, Geldof dijo que en su casa está conectado a un canal de música alternativa, aunque las bandas que escucha «carecen de la personalidad que tuvo, por ejemplo, Nirvana».

Admitió, no obstante, que su lectura musical es crítica por deformación profesional: «Me fijo mucho en detalles técnicos, tal vez quienes no tengan el mismo pasado que yo aprecien mejor el trabajo de nuevas bandas». Geldof dio a conocer al público avilesino su curriculum profesional: trabajó como periodista en un periódico underground en Canadá, donde era emigrante ilegal, hasta que se cansó de la música que escuchaba para sus artículos. A principios de la década de los setenta del pasado siglo, a Bob Geldof le gustaba Lou Reed. «Cuando me echaron de Canadá regresé a Irlanda, fundamos un grupo y el 31 de octubre de 1975 dimos nuestro primer concierto». Poco después, en Inglaterra, la banda de Geldof -«Boomtown Rats»- se unió al movimiento punk y logró dos número uno en ventas en el Reino Unido con los singles «Rap Trap» (1978) y «I don't like Mondays» (1979), canción esta que lo lanzó a la fama internacional.

«Un compositor debe hacer buenas canciones y si ese compositor se implica en política debe seguir haciendo buenos temas», señaló. Geldof lleva cuatro décadas sobre los escenarios. Ofrece los temas que sabe que «funcionan». Además sigue de presidente de la Fundación «Band Aid Trust», que en los últimos treinta años ha invertido 5.000 libras diarias procedentes de contribuciones privadas a favor de las personas más necesitadas. Sir Bob Geldof, además de punk, también es solidario. Su fijación: África. «Las cosas han cambiado respecto a 1985 cuando creía que si manteníamos con vida a aquellos africanos que pasaban hambre, en el futuro podrían progresar. Esto es lo que, en parte, ha sucedido», dijo este hombre que protagonizó la película «The Wall» y que cree en el fracaso generacional.

En tono distendido, a pocos metros de su público y en inglés con acento británico, Bob Geldof se declaró ayer contrario al sonido de las gaitas, en Irlanda y en Asturias también. Dijo asimismo desconocer que el edificio dónde actuaría era obra del arquitecto carioca Oscar Niemeyer. «Cuando llegué aquí todo esto me recordó a Brasilia, me parece un sitio agradable», sentenció, y aseguró que su intención es pasear hoy por el casco histórico de la ciudad.

Antes, no obstante, Geldof ofreció un concierto en el complejo cultural de la ría. Repasó su carrera musical, e hizo sonar esos temas que le llevaron a ser reconocido mundialmente. Le arropó sobre el escenario una gran banda formada por catorce músicos en escena y contó con una completa composición de instrumentos: timbales, bongos, ukeleles, acordeones... En Avilés, Sir Geldof combinó las raíces británicas del pop y el rock más comprometido.