Las plantas como enemigas de la biodiversidad. Ésta es la paradoja que encierran las especies alóctonas invasoras, que crecen y se desarrollan de forma autónoma en territorios que no les son propios, ocasionando graves daños a los ecosistemas. «Los eucaliptos son sólo la avanzadilla del problema que suponen en Asturias las especies invasoras alóctonas», explica Ignacio Martínez, técnico medioambiental de la Mancomunidad de Turismo Comarca Avilés. Todas estas especies, muchas de ellas de vistoso colorido y flores llamativas, estarán prohibidas en Corvera una vez que se apruebe de forma definitiva el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que pretende apostar por el crecimiento sostenible y la recuperación de la biodiversidad.

Según el catálogo de especies invasoras de Asturias, «algunas de las especies introducidas son capaces de establecerse en los nuevos territorios y proliferar dando lugar a invasiones biológicas». Esto es, se produce un crecimiento incontrolado de sus poblaciones que supone importantes perjuicios a las especies y ecosistemas nativos. «Los especialistas en la materia consideran este fenómeno como la segunda causa de pérdida de biodiversidad a nivel mundial, tras la alteración y destrucción de hábitats», señala este informe de José Alejandro González.

La extinción de especies nativas vulnerables y los cambios de estructura de los ecosistemas son dos de las consecuencias. Además pueden provocar alteraciones en la composición del suelo que incluso impiden la colonización de los mismos por especies autóctonas. Disminución de los rendimientos y pérdida de cosechas, así como envenenamientos accidentales por ingesta de plantas tóxicas, son otras de las consecuencias de esta introducción de vegetación alóctona. Se estima que las administraciones españolas han invertido ya más de 20 millones de euros para intentar erradicar las especies exóticas invasoras.

Entre las plantas alóctonas más abundantes en Asturias se encuentra la acacia dealbata (mimosa), la acacia negra, el alianto, la margarita africana, el aster barcinonensis, el bácaris, el té de huerta, la lila de verano, la uña de gato, la zamarraga, el humagón, los plumeros o hierba de la Pampa, la cótula, la tritonia, la juncia olorosa, el jacinto de agua, la campanilla, la madreselva y la hierba del asno. Muchas de ellas fueron introducidas en Asturias con fines ornamentales.