Myriam MANCISIDOR

«En el aumento de casos de alergias e intolerancias alimentarias puede influir el que, durante años, se haya dejado de la lado la lactancia materna, que es un factor importante de protección», sentenció ayer el pediatra del Hospital San Agustín, David Pérez Solís, quien ofreció una conferencia en la Casa municipal de Cultura sobre los problemas derivados de la alergia a determinados alimentos por parte de los pacientes más jóvenes.

Solís definió las reacciones que pueden causar ciertos productos alimenticios y cuáles son los mecanismos a seguir en cuanto a dietas en caso de sufrir una alergia de este tipo. Se centro, especialmente, en la intolerancia alimentaria a la lactosa, a la leche de vaca y al gluten (una proteína que está presente en los cereales). Los síntomas de cada alergia, manifestó, son distintos.

«No se puede generalizar pues van desde ronchas a vómitos o diarreas. En el caso de la lactosa, por ejemplo, el paciente puede sufrir flatulencia. También hay síntomas que aparecen nada más de ingerir el alimento y otros que surgen tiempo después como la dermatitis atópica», explicó el especialista.

En el caso de la enfermedad celiaca, precisó, los síntomas que sufre el paciente van desde la falta de hierro y apetito, dolor de barriga o problemas de crecimiento. En la alergia al gluten influye en gran medida la predisposición genética. La enfermedad celiaca fue definida por primera vez en el congreso celebrado por la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Infantil) en Interlaken en el año 1969. Desde entonces, según documentación del servicio de Bioquímica del San Agustín, el desarrollo progresivo de mejores criterios diagnósticos ha permitido diferenciar esta enfermedad de otros procesos que pueden tener manifestaciones clínicas y patológicas similares.

Durante los últimos 20 años, la enfermedad celiaca ha pasado de ser percibida como una rara enteropatía a ser considerada una enfermedad multiorgánica muy frecuente y con una fuerte predisposición genética. En el servicio del San Agustín, según Pérez Solís, las alergias e intolerancias alimentarias suponen, a día de hoy, uno de los principales motivos de consulta en el servicio de Pediatría.

El tratamiento es diferente para cada paciente pediátrico según la alergia que padezca. «En ciertos casos con retirar de la dieta los productos a los que se tiene intolerancia es suficiente, pero no siempre es así. A un intolerante a la lactosa con quitarle la leche basta, pero si tiene alergia a la proteína de la leche hay que eliminarle cualquier producto lácteo. Si no se hace esto puede desencadenarse una enfermedad grave, incluso mortal», advirtió.

En cuanto a las causas que motivan las alergias alimentarias, David Pérez Solís destacó que no hay estudios concretos sino hipótesis más o menos fiables. «Por un lado hay más alergias alimentarias porque se diagnostican más y mejor. También se cree que el aumento de esta enfermedad tiene relación con los estilos de vida, lo que se llama teoría de la higiene (los expertos concluyen que las infecciones bacterianas en la infancia protegen frente a enfermedades autoinmunes), con el cambio de alimentación con más productos procesados y con la lactancia materna, que durante años se ha dejado de lado y sabemos que es un factor que protege de las alergias alimentarias», concluyó.

La conferencia de Pérez Solís estaba enmarcada en el ciclo «Avilés, ciudad saludable» que promueve la concejalía de Ciudad Saludable.