San Juan de Nieva (Castrillón), Saúl FERNÁNDEZ

Ya han transcurrido tres meses -exactamente ayer se cumplieron- desde el estallido de la llamada «crisis del mercurio» en las instalaciones de Asturiana de Zinc en San Juan de Nieva. El domingo 2 de diciembre de 2012 se detectaron los dos primeros casos de envenenamiento por metales pesados. Posteriormente, toda la plantilla de trabajadores de la empresa auxiliar Ingeniería Montajes del Norte (Imsa) resultaría afectada por niveles excesivos de metales pesados en el organismo. Esos trabajadores habían participado en la parada técnica de la planta de tostación número 4. Y es que la compañía Imsa, precisamente, era la que se encargaba de los trabajos de mantenimiento mecánico de Azsa después de que Sodes -la anterior empresa proveedora- desapareciera del mapa.

El primer caso de intoxicación por mercurio lo protagonizó el calderero Laureano Fernández, que acudió al servicio de urgencias del ambulatorio del Quirinal el sábado día 1 de diciembre por la noche. Acusaba dolores en el abdomen. Le diagnosticaron gastroenteritis. «Y me mandaron para casa», relata. «A la mañana siguiente -el domingo día 2-, fui de nuevo a Urgencias, pero al Hospital San Agustín. Me dijeron lo mismo: gastroenteritis. Y otra vez, para casa», continúa Fernández. Unas horas más tarde, acudió por tercera vez al médico. «Entonces sí, me terminaron ingresando», concluye. Paralelamente, el oficial de primera montador Carlos Martínez Acebedo entró en el San Agustín por Urgencias pasadas las siete y media de la tarde de aquel mismo domingo. «A las once de la noche me subieron a planta», comenta ahora. Tras Fernández y Martínez Acebedo cayeron cinco trabajadores más en Avilés y un sexto en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). «A mí me avisaron desde la empresa de que tenía que decir que lo que tenía era una intoxicación por mercurio», comenta Víctor Calota, el último de aquella primera hornada de ingresados: el lunes día 3 de diciembre.

Así empezó lo que está siendo un calvario para los afectados, un problema de imagen para la multinacional del cinc, un frente abierto para varias organizaciones políticas y sindicales que exigen aclaraciones y un misterio para el conjunto de los asturianos, pues tres meses después apenas se sabe nada a ciencia cierta de qué ocurrió, por qué y en qué medida el mercurio y también otros metales pesados que posteriormente entraron en escena están bajo control.

l Afectados. Después de los dos primeros casos de envenenamiento, la lista fue creciendo día a día. En la actualidad, y según datos de la Unión General de Trabajadores (UGT), la lista está compuesta por 51 ex trabajadores de la empresa Imsa, 24 de la empresa Asturiana de Zinc, uno de la empresa Aplicamet y el último, de Mota. Además, y según sostiene el diputado de Izquierda Unida Gaspar Llamazares, existe el caso de una persona ajena a las instalaciones. Los afectados, pues, serían 78. «Aunque la cifra de casos continúa aumentando», apunta Juan Antonio Díaz Olea, secretario de Salud Laboral de MCA-UGT en la comarca de Avilés. «Creemos que se han hecho entre 250 y 300 analíticas en las instalaciones de Azsa. No conocemos sus resultados, aunque sí sabemos que los trabajadores afectados no son sólo del área de tostación. También hay casos en los departamentos de electrólisis, fusión, oficinas y botiquín. En unos días nos reuniremos con el Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales para actualizar la estadística», explica Díaz Olea. Este periódico trató de recabar ese dato directamente de la institución encargada de la investigación, pero sin resultados.

Los datos que maneja la UGT difieren un tanto de los que tiene el inspector de Trabajo encargado del caso del mercurio. Según los sindicatos CC OO y UGT, Alberto Paramio, el mencionado inspector, «maneja datos oficiales y va con retraso. La última vez que hablamos con él tenía contabilizadas únicamente unas 40 personas, todas de Imsa», comenta Javier Vázquez, que es el secretario de Salud Laboral de la Federación de Industria de CC OO en Asturias.

l Focos de emisión. Uno de los misterios sin desvelar del caso del mercurio es la existencia y ubicación de los focos de emisión de mercurio. El día 19 de diciembre Miriam Hernández, la directora del Instituto de Prevención, declaró a LA NUEVA ESPAÑA: «La situación de riesgo ya terminó. El problema se produjo durante la parada de mediados de noviembre, la que concluyó el pasado 2 de diciembre». Tres meses después, sin embargo, siguen apareciendo trabajadores contaminados por mercurio. ¿Por qué? «Creemos que existe un foco de emisión no controlado que, además, se ignora dónde está», explica Díaz Olea. «El pasado 13 de febrero Gaspar Llamazares dijo en el Congreso que el informe del Instituto de Geología Aplicada reflejaba niveles por encima del umbral legal en un 25 por ciento y que estos datos se habían recabado en las zonas de cloración y en el almacén de residuos. ¿Está ahí el foco de emisión? No lo podemos saber», comenta el secretario de Salud Laboral.

l Estallido del caso. Laureano Fernández y Carlos Martínez Acebedo fueron los dos primeros envenenados por mercurio. ¿Por qué? El 19 de noviembre 2012 la empresa Imsa inició la reparación del intercambiador número 4 de tostación. «Lo que teníamos que hacer era cambiar 3.400 tubos de acero. Eran tubos de dos tipos: de 3 pulgadas y de 3/4 de pulgada. Los primeros los cortamos con soplete; los otros, con radiales», explica Víctor Calota, calderero y mecánico con larga experiencia en el sector metalmecánico. O sea, cortar, quitar los tubos y poner los nuevos. Los tubos que se cambiaron formaban parte de la ampliación de producción que se realizó en San Juan de Nieva en 2002. La vida útil de esos tubos, según fuentes consultadas, era de 20 años. Apenas superada la década, la dirección de la compañía ordenó el cambio. ¿Por qué? Según las mismas fuentes, «porque los tubos presentaban perforaciones causadas por la corrosión de ácido sulfúrico líquido». Lo singular es que por esos tubos, según el mismo relato, «lo que tenía que pasar era gas y no líquido».

l Hipótesis del accidente. La empresa Asturiana de Zinc detectó a comienzos de 2012 contaminación de mercurio en el ácido sulfúrico que produce de manera secundaria en las plantas de tostación de las instalaciones de San Juan de Nieva. Según fuentes conocedoras del suceso, la presencia del metal pesado en el ácido sulfúrico evidenciaba un fallo en el proceso de depuración; es decir, el ácido sulfúrico no tiene por qué contener mercurio y si lo contiene se considera que la partida está contaminada. Y eso entraña una dificultad para darle salida comercial. Según el mismo relato, los responsables de la fábrica comprobaron que uno de los filtros de la planta de tostación estaba averiado. Se inició entonces el proceso para renovar el sistema de depuración al completo trayendo la tecnología desarrollada en Nordenham, en el norte de Alemania. «Pero el mercurio, por lo visto, quedó donde no debía», explica un trabajador.

En mayo pasado -apenas dos meses después de la detección de la avería- uno de los trabajadores que participaba en una parada -es decir, en la reparación de una de las instalaciones- sufrió un accidente con un tubo que estaba cambiando. «No me dijeron entonces nada del mercurio, pero estoy convencido de que la reacción posterior que tuve no fue por una alergia, como me dijeron entonces; fue por el mercurio», señala el ex trabajador de Imsa. ¿Alertó Azsa de esa avería? «Los que fuimos a la parada de noviembre habíamos pasado los controles médicos, así que nos dieron una charla sobre el mercurio y sobre medidas generales de prevención», admite Víctor Calota. ¿Sabían de la avería previa en Asturiana de Zinc? Los ex trabajadores de Imsa consultados por este periódico no saben responder, aunque sospechan que, efectivamente, trabajaron «en un ambiente en el que la presencia de mercurio era enorme».

l El mercurio. ¿Y qué supone el envenenamiento por mercurio? El doctor Santiago Español Cano -ex responsable de Prevención de Riesgos de la empresa Minas de Almadén y contratado ahora por Asturiana de Zinc para coordinar la investigación- lo tiene claro. Para él, la«normalidad» está en la presencia de entre 5 y 12 microgramos de mercurio por litro de sangre en cada organismo. Esto lo sostuvo ante los intoxicados que asistieron a la charla que ofreció en el salón de actos del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos el pasado 17 de enero. El catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Oviedo, Agustín Costa, sin embargo, aseguró: «El mercurio no es un metal que habitualmente esté en nuestro organismo. Está porque nos alimentamos y lo respiramos, pero no es un bioelemento». El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC en sus siglas inglesas) marcó en 2010 como media de presencia de mercurio en sangre 0,863 microgramos por litro. Este dato sale de un muestreo realizado por el Servicio Nacional de Salud de Estados Unidos entre 34.000 personas durante los años de 2003 a 2010. El nivel más alto que se registró fue de 6,97 microgramos por litro de sangre (concretamente, en 2007 en un varón).

l El silencio de la empresa. La empresa Asturiana de Zinc no ha explicado nunca de manera pública el accidente del mercurio. Ninguno de sus responsables ha querido pronunciarse sobre qué sucedió en el intercambiador de la planta número 4 de tostación entre los días 19 de noviembre y 2 de diciembre de 2013 ni tampoco por qué 24 personas de su plantilla (de momento) presentan niveles de mercurio por encima de los límites que marca la Organización Mundial de Salud (OMS). El doctor José Villalaín, director de los servicios médicos de la fábrica de San Juan de Nieva, intervino el pasado 17 de enero en una charla que ofreció el doctor Español en Oviedo y allí dijo: «Algo falló en la prevención». Además recalcó que la compañía que preside Santiago Zaldumbide «se preocupa por sus trabajadores». No hubo más palabras por parte de la compañía.

El Sindicato Independiente de Trabajadores de Asturiana de Zinc (Sitaz) posee la mayoría absoluta en el comité de empresa. En virtud de esa representación, nombró en su día a los cuatro delegados de prevención laboral; esta situación es singular en la historia de las relaciones laborales en Azsa, según los sindicatos minoritarios (CC OO, UGT y USO). El comité de empresa conoce la situación de la investigación interna a partir de la información facilitada por estos cuatro delegados de prevención. Los representantes del Sitaz declararon a este periódico (9 de febrero): «Se opina desde la ignorancia o, lo que es peor, con poca seriedad y mucha irresponsabilidad». Los dardos de los independientes se dirigieron, principalmente, hacia el diputado Gaspar Llamazares. «Para el Sitaz, lo más importante es garantizar el pan de los trabajadores y su salud», añadieron. Pero de las causas del accidente y de las posibles consecuencias del mismo para los afectados, ni palabra.

Asturiana de Zinc limitó su acción a la contratación del doctor Español Cano y de sus asesores, los científicos del Instituto de Geología Aplicada (IGeA) de la Universidad de Castilla-La Mancha, los «cazamercurio», según el apelativo impuesto por el mismo doctor Español y desvelado en la reunión del pasado 17 de enero.

Pablo Higueras, del IGeA, presentó a comienzos del pasado febrero el resultado de las mediciones de mercurio realizadas durante la tarde del 21 de enero y la mañana del 22 en el interior de la fábrica. Estos resultados constan en el documento titulado «Informe correspondiente al estudio de concentraciones atmosféricas de mercurio gaseoso en la planta de Avilés de Asturiana de Zinc, S. A.» Su conclusión es la siguiente: el mercurio detectado «no supone un riesgo real para los trabajadores de la planta». También señala que en la planta de cloración y en las proximidades del almacén de residuos las concentraciones «alcanzan valores por encima del 25 por ciento del umbral legal de 20 microgramos». Este informe, ha sido criticado, por «parcial» y por «incompleto», por los sindicatos UGT, USO y CC OO.