Myriam MANCISIDOR

«En estos tiempos difíciles de desesperanza, injusticias y continuo dolor en que nos está tocando vivir, las nueve cofradías de Avilés sois los mejores, los auténticos embajadores de la esperanza». Con estas palabras concluyó ayer el periodista Juan Wes Solís, pregonero de la Semana Santa avilesina en representación de la familia Solís, su discurso ante una abarrotada iglesia de San Nicolás de Bari. Antes de dedicar unas palabras a los fieles tomó la palabra un representante de la cofradía de San Juan Evangelista, organizadora este año de las fiesta religiosa. «Nuestra cofradía ha organizado los actos con orgullo e ilusión para que la Semana Santa sea una realidad de nuestra fe», dijo. Agradeció, asimismo, la colaboración del resto de cofradías, de autoridades y del párroco de San Nicolás, Juan Antonio Menéndez.

Acto seguido tomó la palabra Solís: «En nuestra familia siempre hemos entendido la Semana Santa como un paso más en el día a día del sentimiento religioso familiar. Esa ha sido la idea que nuestros padres y nuestros abuelos, Salvador y Matilde, han luchado por transmitirnos: la importancia de vivir, de sentir, de participar a lo largo del año como cofrades, y no sólo en estas fechas». El joven representante de los Solís se zambulló en el mundo de la Semana Santa avilesina cuando apenas era un niño. «Mis tíos llevaron de la mano, con apenas cinco años, a este sobrino que os está hablando y que gracias a ellos podrá transmitir a su hijo, que ya viene en camino, unos valores cristianos», recordó.

Solís creció, salió de Avilés y durante sus años de ausencia, destacó, tuvo la oportunidad de vivir otras Semanas Santas. «Conocí otras cofradías y culturas, pasos y procesiones como los de la Santa Vera Cruz de Pontevedra. He visto imágenes más grandes, conjuntos más recargados, más flores, más velas... pero ninguna comparable con el sentimiento popular de Avilés. Y esto es posible por el trabajo de las cofradías», dijo citando a cada una de las hermandades que participan en la Semana Santa avilesina.

El periodista tuvo palabras además de para los cofrades para las decenas de personas que, en silencio, prestan su apoyo y ayuda para que el trabajo salga adelante. «Desde la madre ilusionada que vista a su hijo hasta los abuelos que contemplan con orgullo cómo su nieto en la fría calle crece, año tras año, en espíritu religioso. Tampoco hay que olvidar aquellas manos que preparan las velas, planchan telas o retocan flores sin mostrar su rostro», sentenció. Solís dedicó también unos minutos a Armando Benítez, primer hermano mayor de San Juan recientemente fallecido. «Recordad cofrades que cuando San Juan, al sonido del bastón-horquilla encarrile la calle de La Cámara camino de San Francisco la cuesta será menos cuesta porque allí estará Armando empujando».

Hizo también una llamada a la prudencia, la prevención, respecto a formas y modas que pueden dibujar una Semana Santa que se aleje de lo religioso. «Si Avilés puede presumir de Semana Santa es gracias al compromiso de quienes sienten y viven esa llamada que aportan sus gentes: sus jóvenes», finalizó entre aplausos. El próximo domingo comenzarán los actos: a las doce menos cuarto partirá la procesión de La Borriquilla de Carlos Lobo.

Myriam MANCISIDOR

La orquesta «Julián Orbón», formada en esta ocasión por ex profesores y ex alumnos del Conservatorio, y la Coral Avilesina ofrecieron ayer un concierto tan emotivo como brillante en el que destacó, por encima de todo, la interpretación de la «Sinfonía n.º 9» de Ramón de Garay, un músico nacido allá por 1761 en el barrio de Sabugo. Garay, niño cantor en el convento de La Merced, escribió diez sinfonías entre 1790 y 1817, que se pueden enmarcar en el movimiento de la Ilustración. La número 9, en mi bemol mayor, fue escrita en 1817. Comienza con un largo que prepara el paso al primer tema en el Allegro. Los clarinetes responden con una melodía de carácter alegre que contrasta con el resto de la cuerda, más marcial. El segundo movimiento es muy pausado, quieto, y el minué más rítmico. Finaliza la obra con un movimiento en forma de Rondó, con un tema poderoso y alegre.

La Semana de Música Religiosa lleva años recuperando los trabajos sinfónicos de Garay, y este año no podía ser menos. Pese a la dificultad de la pieza, los músicos dirigidos por Elena Baigorri en el caso de la Coral Avilesina y José María Martínez, al frente de la orquesta, salieron airosos. Con sus acordes, Ramón Fernando Garay y Álvarez estuvo presente, una vez más, en Avilés. En la iglesia de San Nicolás sonó a gloria.

El concierto lo completaron ayer, en la iglesia de San Nicolás de Bari, con el «Concierto para órgano y orquesta, Op. 7, n.º 3» de Händel, el doble «Concierto en mi menor, Op. 88» de Bruch y con «Misa al Sagrado Corazón de María» de Pedro Braña. En este caso la emotividad regresó al escenario, pues en la Coral Avilesina actúa Coral Braña, hija del afamado compositor nacido en Candás (Carreño).

La Semana de Música Religiosa es uno de los certámenes más longevos de Avilés y uno de los más importantes de Asturias en su estilo. Cada año desde hace 36 este ciclo musical se presenta como preludio a los actos de Semana Santa en la ciudad.