Myriam MANCISIDOR

«Quiero ser Policía Local», sentencia Sheila Barreiro, una joven gitana de Piedras Blancas (Castrillón) que sueña con vestirse algún día el uniforme municipal. Su amor por este oficio le viene, asegura, de familia. «Mi padre tiene el graduado, es escolta y vigilante de seguridad», sentencia esta adolescente que cree en la justicia. También en los estudios. Sheila Barreiro protagoniza junto a otros siete jóvenes de la región la campaña «Gitanos con estudios, gitanos con futuro» que presentó ayer la Fundación Secretariado Gitano en el Centro Niemeyer. Los ocho menores son un ejemplo para otros muchos jóvenes gitanos que abandonan las aulas sin terminar la educación obligatoria.

Sheila Barreiro, Lucía Jiménez (Avilés), Eleazar Jiménez (Oviedo), Víctor Manuel Hernández (Soto), Alejandra Hernández (Soto), Marius State (Oviedo) y los hermanos Josué y Moisés Gabarre, de Gijón, tienen sueños académicos. Y están dispuestos a cumplirlos, siempre con el apoyo de sus familias. A Josue Gabarre, de 13 años, le gustaría «descubrir nuevos planetas y escribir artículos sobre ellos». Aún está en primero de la ESO, pero tiene decidido que irá a la Universidad y que se decantará por una formación «de números». Su hermano Moisés, de 16 años, tiene en mente «diseñar los mejores videojuegos que se puedan encontrar en el país». Así que prevé continuar su formación por la rama de Diseño Gráfico.

«Esta campaña me parece muy bien para que estudien más gitanos y deje de ser una rareza que vayamos a la universidad», asegura Moisés Gabarre, que cuenta con el apoyo incondicional de su familia al igual que Alejandra Hernández, de Soto del Barco. Esta joven desea «dibujar libros infantiles para transmitir mi cultura a los niños». La cultura de Hernández será ya en las aulas, con currículum académico.

Lucía Jiménez, de 12 años y de Avilés, tiene claro que lo suyo son, también, los números. «Quiero ser arquitecta», reconoce mientras observa las curvas del Centro Niemeyer, y exclama: «Me gusta mucho». Víctor Manuel Hernández, de 14 años, piensa seguir los pasos de su padre y sueña con «abrir un taller en Soto del Barco». Su familia también le apoya. «Me dicen que estudie, que será lo mejor para mí», reconoce.

Marius State, pese a tener sólo 13 años, se muestra contundente cuando elige profesión para el futuro: abogado. «Ayudaré a la gente necesitada con mis conocimientos de leyes», dice. Eleazar Jiménez, de 16 años y de Oviedo, espera ser empresario, a ser posible, del mundo de la moda. «A todos los gitanos de mi edad le digo que estudien, es bueno para nosotros», concluye este joven que espera que mejoren las estadísticas que a día de hoy ensombrecen a la comunidad gitana: sólo el 20 por ciento de los jóvenes gitanos que inician Educación Secundaria finaliza su formación académica. Las cifras son aún más llamativas entre las mujeres gitanas en lo que afecta a absentismo éxito escolar.

Pero aún hay más. El 65 por ciento del alumnado gitano ha repetido, al menos, un curso a lo largo de su escolarización y la mayoría se encuentra en una situación de desfase curricular de más de dos años. De ahí la campaña «Gitanos con estudios, gitanos con futuro» que se presentó a nivel autonómico en el Centro Niemeyer de Avilés y que tiene como objetivo «luchar contra el abandono de las aulas antes de terminar la educación obligatoria» desde el convencimiento de que «el cambio es posible y necesario». Al acto asistieron responsables municipales y autonómicos, sindicalistas y familiares de los menores que animaron a los jóvenes con ambición académica a seguir soñando con un futuro labrado en las aulas.

Marius State no cejará, así, en su empeño hasta que gane su primera sentencia. Moisés Gabarre se esforzará para diseñar el mejor videojuego y su hermano seguirá hincando los codos para descubrir nuevos planetas mientras Sheila estudiará para que la llamen agente Barreiro en Castrillón.