J. M. V., el trabajador de la agencia de viajes imputado en el proceso abierto por las facturas del Niemeyer, negó el pasado 13 de marzo ante el juez que se hubiese beneficiado personalmente por la relación comercial con el centro cultural avilesino. Tanto él como la ex mujer de Natalio Grueso, J. P., se negaron a responder a más preguntas que a las de sus abogados.

Los actuales gestores del Niemeyer sospechan, en cambio, que J. P. cobró por colaboraciones relacionadas con la actividad del centro cultural, aunque Grueso señaló que la que entonces era su mujer «colaboraba de forma desinteresada y por sus contactos». Ella misma así lo ratificó ante el juez a preguntas de su abogada en una declaración de apenas diez minutos. En la sala dijo ser «íntima amiga» del cineasta neoyorquino Woody Allen y de su familia, palabras que corroboró su ex marido, quien recalcó que por esos trámites ella sí se desplazó con él en algún viaje por actividades vinculadas al Niemeyer.

A J. M. V. también le atribuyen los actuales gestores del complejo avilesino algunos gastos de traslados y hoteles, así como una posible manipulación de facturas. En lo que se refiere a lo primero, y según las mismas fuentes, argumentó que esos trayectos se deben a que «coordinaba y gestionaba los viajes, algo que corre a cuenta del cliente, como ocurre, por ejemplo, con los viajes que organiza el Principado».