Ya resuenan a lo lejos los tambores, el golpeteo de las horquillas, el paso firme de los cofrades. Otra Semana Santa que inundará la villa de avilesinos y foráneos, todos expectantes ante el desfile de las cofradías: Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, San Juan Evangelista, Jesús de Galiana, Nuestra Señora de los Dolores, El Beso de Judas, El Santo Entierro, El Cristo de la Verdad y la Vida, La Soledad... Nueve cofradías, cientos de pies que recorren silentes las calles de la ciudad, imágenes de pasión y de esperanza, corazones fervorosos e incluso una curiosidad ante un hecho religioso a la par que cultural.

Este año son los cofrades de San Juan Evangelista, los «sanjuaninos», los encargados de organizar esta Semana Santa tan arraigada en la villa. Por ello, y por el fallecimiento de su fundador y primer Hermano Mayor, Armando Benítez, me gustaría dedicarles esta humilde columna.

También nos ha dejado Ángel Francisco Gutiérrez, conocido como «Gelito» por sus amigos y conocidos, cofrade de Jesusín de Galiana. Desde algún lugar verá pasar a su santo con su hábito morado y seguirá el paso de sus compañeros. Descanse en paz.

Una misa solemne, con un pregón emocionante dio el punto de partida a esta semana de pasión. Un representante de cada cofradía reclinando su escudo en la consagración en señal de respeto. Momento de orgullo para muchos.

Aunque no es la cofradía más antigua de Avilés, sí fue la primera que se lanzó a la calle, concretamente allá por marzo de 1948. Jóvenes varones solteros de no más de 33 años. Hoy siguen conservando sus símbolos y principios. El verdugo blanco, símbolo de la pureza del santo, la capa roja que ondea al paso danzante de los cofrades, el hábito azul. Los pies descalzos o apenas cubiertos por ligeras sandalias encarnadas.

La banda marca el paso, segura y decidida. Todos son uno. Los que portan la andilla, los que llevan la cruz, los pequeños, los veteranos, todos viven esos días para su santo al que pasean con su baile inimitable. Y el Miércoles Santo esperan a Jesusín de Galiana, que desfila calle abajo envuelto en claveles. El encuentro es en la plaza de España, nuestro Parche. Allí, La Virgen de los Dolores, Jesús y San Juan se topan en un acto emocionante. La procesión continúa, todos unidos ya, una cofradía tras otra.

Y llega a la cuesta de nuestra calle principal, La Cámara. Aquí no hay descanso, hay que subir del tirón, siguiendo el compás de la horquilla contra la piedra y el golpear incansable de los tambores. Suenan los aplausos. Vamos chavales, que estáis arriba. Sin estridencias, con sobriedad, pero con la misma emoción que en cualquier calle de Sevilla. Y allá donde se encuentre Armando Benítez esbozará una sonrisa de complacencia y orgullo ante el andar atrevido de sus chicos.

Acaba la procesión. Queda recoger, felicitarse, darse ánimos y prepararse para la siguiente con el mismo pundonor y la misma distinción que siempre os ha honrado.

Va por vosotros.