Cuenta el mito que cuando el dios Hades, señor de los infiernos, raptó a la joven Perséfone, hija de la diosa de la Tierra, y se la llevó a los infiernos, la tristeza de su madre provocó que los campos se quedaran yermos. Sólo tras un acuerdo entre Zeus y Hades, que permitía a Perséfone regresar a la superficie una vez al año, volvió la Primavera. Y ayer en Avilés, tras un invierno entre nubes y agua, también brilló el sol coincidiendo con el chupinazo de las fiestas del Bollo. Miles de personas se echaron a la calle para disfrutar de una de las tradiciones más longevas de la ciudad -cumple 120 años- y ver el desfile de carrozas que, como en cada edición, llena de color, música y buen ambiente la villa. Ni Pedro Menéndez, de la mano de la asociación de vecinos «Marcos del Torniello», se quiso perder la fiesta. El Adelantado fue uno de los motivos escogidos para decorar las carrozas desde donde los más pequeños, ataviados con el traje regional, no dejaban de tirar caramelos y serpentinas.

Pero antes, el escritor José Luis García Martín leyó el pregón que inauguraba El Bollo y en el que, además de recordar el mito de Perséfone, rememoró su vida infantil en Avilés -hace medio siglo-, recién llegado de su Aldeanueva del Camino (Cáceres) natal. «En aquel país en blanco y negro Avilés era un lugar de acogida y esperanza, un lugar en el que gentes venidas de las más diversas regiones podían empezar a construir, con tanta ilusión como esfuerzo, un futuro mejor para ellos y sus hijos. Muchos lo encontraron y sin dejar de ser andaluces, leoneses o extremeños fueron ya también avilesinos para siempre por la mejor de las razones: la gratitud y el amor», valoró.

El también poeta y crítico literario aseguró que el «corazón de Avilés y el corazón del mundo palpitan» en la plaza del Parche: «Todo resuena en ella, todo alcanza en ella su eco mejor. Seis calles, seis incesantes arterias, la llenan de vida». Y ahí empezó un repaso por La Fruta, La Ferrería, Rivero, Galiana, La Cámara y Rui Gómez. «A pocos pasos de aquí, en la calle Jovellanos, se encuentra el antiguo local de la Biblioteca Pública, que fue mi deslumbrante gruta del tesoro, una felicidad que no se agota nunca», afirmó.

«Es el momento de recuperar fuerzas para seguir luchando», asegura García Martín

José Luis García Martín no se olvidó de pasear por los rincones avilesinos, como el parque de Ferrera, el paseo de la ría o los palacios barrocos y animó a los avilesinos a que durante las fiestas olviden, «aunque resulte difícil, la pertinaz letanía de crisis, paro y corrupción». «Es el momento de recuperar fuerzas para seguir luchando. Es el momento de olvidar que el tiempo, que ni vuelve ni tropieza, camina con pies ligeros y sólo unos pocos pasos, el ancho de esta plaza -El Parche- separan al inquieto niño que fuimos del anciano en que nos convertiremos. Es el momento de celebrar que el Dios cristiano y la pagana Perséfone han resucitado y el mundo vuelve a florecer», pregonó el escritor. La Alcaldesa, Pilar Varela, también se dirigió a los vecinos tras entregar a la xana y xanina y a sus damas de honor un ramo de flores y aseguró que, entre todos, se superarán «las dificultades»

La Cofradía del Bollo también fue protagonista en la jornada de ayer. Los cofrades acudieron a la iglesia de San Nicolás de Bari, donde se ofició una misa en su honor y en la que cantó Patricia Martínez, acompañada al órgano por Rubén Díez. Los encargados de realizar la ofrenda del bollo y el vino fueron Aníbal Carrillo y la pequeña Olga Cueto.

Al oficio acudió una nutrida representación de la sociedad avilesina, como el concejal de Cultura, Román Antonio Álvarez; el comisario de la Policía Nacional, Agapito Pérez; el presidente de la Cámara de Comercio, Francisco Menéndez; el vicepresidente de la Ucayc, Herminio Sánchez; y la presidenta de la Asociación de Donantes de Sangre, Palmira García Cotero. Entre los invitados estaban también Alfonso Maqua, Marqués de San Juan de Nieva, y los resposables de las hermandades de la Semana Santa avilesina. La Cofradía del Bollo hizo entrega, además, de 900 bolsas que incluían el tradicional bollo de Pascua, longaniza de Avilés, una botella de vino blanco y una bandera de la ciudad.

No fueron los únicos que repartieron bollos mantecados. El Ayuntamiento de Avilés puso a disposición de los que quisieran 1.200 bollos y botellas de vino a un precio de cuatro euros. Además, a lo largo del día se celebró la muestra de oficios tradicionales en la plaza de Domingo Álvarez Acebal así como la feria de alfarería, en el mismo enclave.