Cuánta razón tiene el pregonero del Bollo cuando proclama que va a ser difícil olvidar por unas horas los nubarrones que empañan el horizonte económico y ensombrecen el estado de ánimo de una sociedad apocada por las malas noticias de toda índole; pero en plenas fiestas no cabe otra que ponerle buena cara al mal tiempo y pensar que los males son pasajeros y que nunca llovió que no parase. El mensaje tal día como hoy, con miles de personas en las calles de Avilés deseando divertirse y compartir lo mucho y bueno que tiene esta ciudad con los forasteros, no puede ser otro que tratar de ser positivos y tomarse la llegada de la primavera como una vitamina reconstituyente. Es momento de reponer fuerzas, de cargar las pilas y de buscar el relax en unas horas de charla distendida; quizás sea el día para echar unos cantarinos aunque sean mal cantados y, por qué no, una fecha propicia para regalar alguna carantoña a las personas queridas. Es día de fiesta y esto es Avilés, una ciudad que sabe echarse a la calle cuando el fin merece la pena. Que ustedes lo pasen bien.