La Sociedad Filarmónica Avilesina cerró una nueva temporada con la visita del violinista húngaro Péter Kováts, al frente de la Orquesta de Cámara «Mendelssohn». La formación se distinguió, una vez más en Avilés, por su flexibilidad y equilibrio de conjunto. Kováts es el alma y motor de esta orquesta de cuerdas que, en sus repetidas apariciones en las Filarmónicas asturianas, se caracteriza por la vitalidad de sus interpretaciones. Así, escuchamos a un conjunto de gran impulso, a través de un programa variado que puso a prueba la versatilidad de la orquesta.

Los mejores momentos del concierto se vivieron no obstante en la segunda parte, centrada en el repertorio romántico. Ésta incluyó la «Serenata en Mi bemol, Op. 6» de Josef Suk (1874-1935), una de las serenatas para cuerda del siglo XIX, en la línea de la conocida serenata de Dvórak. La orquesta húngara cuidó las ricas combinaciones instrumentales que, unido a una armonía especialmente atrevida desde el «Adagio», aportan colores personales a la obra.

La música de Brahms -quien apoyó precisamente la publicación de la serenata de Suk-, protagonizó el final del programa. De Brahms escuchamos su «Scherzo en Do menor», en transcripción del propio Kováts, y una selección de tres danzas húngaras, que tanto influyeron en compositores como Dvórak. Estas últimas gustaron especialmente al público, con su intensidad expresiva y un toque de humor en la interpretación, subrayando unos ritmos vertiginosos.

De hecho, en el programa de la orquesta -que esta tarde repetirá en Oviedo-, tuvo un peso importante la música de danza. La tradición musical húngara sirvió también de base para la obra de Ferenc Farkas (1905-2000), compositor poco transitado en plazas asturianas. La inventiva rítmica y la brillantez melódica propias de Farkas se distinguen en sus «Antiguas danzas húngaras del siglo XVII», que destacaron en la interpretación de la orquesta. Ottorino Respighi (1879-1936), profesor de Farkas en Roma, también estuvo presente en el programa con su tercera suite, basada en piezas italianas y francesas para laúd y guitarra barroca. En este caso, cabe recordar la «Siciliana» y la «Passacaglia» en la versión de la orquesta, por su elegancia expresiva dentro de los parámetros adecuados de estilo.

A este recorrido de obras se sumó el primer concierto para violín de Haydn, que cerró la primera parte, con el lucimiento de Kováts como solista. El violinista húngaro demostró un dominio técnico importante de la polifonía del violín, especialmente en el movimiento «Allegro», que se impuso en la interpretación. El poder lírico del «Adagio» también convenció al público, a pesar de las dificultades del movimiento para sostener el sonido, con los adornos y las amplias curvas del violín.

La Orquesta «Mendelssohn» clausuró así el plantel de orquestas de cámara que protagonizaron esta temporada de la sociedad. Estas formaciones supusieron el plato fuerte ante un periodo de crisis, que las Filarmónicas actualmente estudian cómo superar. Así, la Filarmónica Avilesina tiene la mirada puesta ya en la siguiente programación; un nuevo reto que Marino Soria, Presidente de la sociedad, termina ahora de perfilar.