Profesor titular de Psicobiología y miembro del Instituto de Neurociencia del Principado de Asturias

Doctor en Biología por la Universidad de Oviedo, Héctor González Pardo cursó el primer programa interdepartamental de Neurociencias de esta universidad. Su interés por el campo de las relaciones entre la fisiología cerebral y la conducta le llevó a completar su formación como investigador en la Universidad Complutense de Madrid, en el laboratorio de Psicología Fisiológica de la Universidad Heinrich-Heine en Düsseldorf (Alemania) y en el Instituto de Neurociencias de la Universidad de Texas en Austin (EE UU). Desde 1999, González Pardo es profesor de Psicobiología en la Universidad de Oviedo. Forma parte también del Instituto de Neurociencias del Principado de Asturias, una organización joven que facilitó que ayer González Pardo ofreciera una conferencia en el centro de servicios universitarios de Avilés. Habló de los recuerdos.

-¿Dónde almacenamos nuestros recuerdos?

-Esta es una pregunta que todos querríamos responder rápidamente, pero si bien tenemos pistas no hay una respuesta definitiva.

-¿Nuestros recuerdos están distribuidos por el cerebro o almacenados en las neuronas?

-Me gusta esta pregunta. Podemos decir que están en los dos sitios, hay dos vertientes. Según el psicólogo Karl Lashley los recuerdos podrían estar distribuidos por el cerebro y no localizarse en una sola parte, una teoría que cobra sentido al identificarse la existencia de múltiples redes cerebrales distribuidas y responsables de diferentes tipos de memoria. También, investigaciones recientes sugieren que nuestros recuerdos podrían almacenarse incluso a nivel celular en las propias neuronas o en pequeños grupos de estas en determinados lugares del cerebro, a través de mecanismos electrofisiológicos y epigenéticos (fenómenos que no afectan la secuencia de ADN de los genes pero que sí varían su expresión).

-¿Usted que opina?

-Lo que nosotros conocemos es que la memoria se distribuye en circuitos, algunos muy distantes entre sí pero todos ellos conectados. Esto se podría comparar con un «chip»: todos sabemos cuáles son sus componentes pero no sabemos exactamente cómo funciona.

-¿Conocer su funcionamiento es entonces un reto?

-Sí, porque el cerebro no es ni de lejos como un ordenador. Cambia cada pocos segundos, es plástico y se modifica de forma espontánea.

-Hablamos de recuerdos, pero ¿por qué olvidamos ciertas cosas?

-Hay hipótesis que dicen que lo que nos ocurre a lo largo de la vida no se olvida y hay otras que aseguran que podemos olvidar o recordar ciertas cosas según su relevancia emocional (miedo, estímulos...). De la infancia, por ejemplo, es habitual que se recuerden los buenos momentos y se olviden los malos, lo que se conoce por amnesia infantil. También hay cosas que podíamos dar por olvidadas pero que están ahí y resurgen con ciertas enfermedades como la epilepsia o el alzheimer, de ahí que estos últimos pacientes se comporten en ocasiones como niños.

-¿La emociones residen también en el cerebro?

-Se ha descubierto que hay estructuras de nuestro cerebro que están relacionadas directamente con la memoria y el aprendizaje. La mayoría de las cosas agradables y también desagradables se recuerdan, porque de los recuerdos depende la supervivencia: sin ellos sería muy difícil sobrevivir.

-¿Qué me dice de las percepciones?

-El mundo real no se sabe si existe o no. La memoria es parte de esa consciencia. No todo el mundo recuerda lo mismo y los recuerdos, a veces, son distorsionados.

-¿Entonces son irreales el placer, la belleza, el gusto, el tacto...?

- La belleza, el placer, los colores o los sabores son percepciones que están en el cerebro y cada persona los siente o clasifica de manera diferente.

-¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?

-Las mujeres suelen tener menos problemas de memoria que los hombres, pero como viven más tiempo desarrollan más enfermedades. Lo que sí está demostrado es que la mujer tiene mayor memoria de corto plazo y que recuerda mejor un paisaje o un detalle. El hombre tiene, al contrario que la mujer, mejor memoria geográfica por eso es frecuente que se oriente mejor.

-¿Las nuevas tecnologías contribuyen a mejorar nuestra memoria o, al contrario, la empeoran?

-Parte de nuestra memoria ya está en internet y buscar información hace que la ejercitemos, por lo que las nuevas tecnologías podemos decir que son positivas. Pero hay que tener precaución con los niños, que pueden olvidarse de los juegos o de las relaciones sociales.

-Aulas informatizadas, enciclopedias «online»... ¿Los niños se olvidarán de cómo se escribe con lápiz y papel?

- Puede llegar a pasar, claro que sí. Pero no por esto debemos preocuparnos. La escritura, ahora que hablamos de esto, ha sido distinta según qué civilización. Tal vez se pierda la escritura con lápiz, pero mejorará probablemente la comunicación verbal, gestual... Esto no tiene relación con la memoria.

-¿Qué investigación tiene ahora entre manos?

-Estamos investigando cómo podríamos ayudar a un paciente con una lesión (por ejemplo, un ictus cerebral) a recuperar la memoria aprovechando la plasticidad y estructuras del cerebro de las que hablábamos al comienzo de esta entrevista. En el futuro, esta investigación podría tener aplicación práctica.

-Sin lesiones, ¿qué podemos hacer para mantener la memoria en perfecto estado de conservación?

-Influyen muchos factores. Uno de ellos y muy importante es la alimentación: está demostrado que las dietas ricas en pescado son buenas para el cerebro y están relacionadas con una mejor memoria porque estos animales cuentan con una serie de aceites muy importantes para la formación de las membranas de las células del cerebro. También hay que controlar los efectos del estrés y la ansiedad.

-¿Por qué?

-La depresión mayor está relacionada con la demencia porque esta enfermedad daña mucho una estructura llamada hipotálamo, vinculada con la fijación de la memoria a largo plazo.