La directora del festival, Ana María Álvarez Muriel, explicó que el festival era un «germen del reconocimiento del arte»: «Las personas necesitamos un estímulo para sentir, amar, llorar o creer. Algo que no nos deje indiferentes». La responsable fue la encargada de que por Avilés pasaran durante la última semana un buen número de caras conocidas del teatro, el cine y la televisión. Ayer, muchos de ellos, estuvieron en la gala de clausura, como Óscar Ladoire y Ana Otero, que fueron los encargados de entregar los premios del concurso de micropelículas «Avilés en dos minutos».

La propuesta consistía en grabar y presentar en soporte audiovisual un relato, de no más de dos minutos, donde la ciudad fuera la protagonista indiscutible y su percepción subjetiva, la de un avilesino. Valentín Lorca Valdés fue el mejor valorado por el jurado, consiguiendo un equipo audiovisual como obsequio por «Mi ciudad». El mérito de su trabajo se justificó «por una ingeniosa e irónica disección de la ciudad, escogiendo características concretas de Avilés y reivindicación de sus problemáticas de manera original mediante una excelente resolución artística». Lorca Valdés animó a repetir la experiencia ya que es una buena oportunidad de publicitar la ciudad de Avilés.

El segundo premio recayó en manos de Adelaida Reyero con «Dejadnos trabajar» del que se destacó «su cuidada reivindicación social y ciudadana y el uso de un lenguaje cinematográfico acorde a su objetivo». Por último, el trabajo conjunto de Marcos Balbín, Enrique de Balbín y María Estébanez, «Ciudad amurallada», se llevó el tercero de los premios «por su reflexión histórica y su carácter propositivo, además de su correcta realización».

La decisión de evaluar todas las micropelículas y señalar estas tres piezas como triunfadoras del concurso corrió a cargo de Martín Garber (coordinador del área de arquitectura de Ficarq), Pedro Costa (coordinador del área de cine del Ficarq), Jorge Gorostiza (arquitecto) y Guiomar Grande (arquitecta).

Los asistentes a la ceremonia también pudieron ver, a través de un video, todos los entresijos del festival. Una vez terminada la gala, la previsión era que los invitados se trasladaran a un hotel de la comarca donde se iba a celebrar una gran fiesta. Acababa así una semana de buen cine y buena arquitectura y con la confianza de que el año que viene, más.