José Ángel del Río es el perejil de la mayor parte de las salsas que se guisan en Llaranes. La jubilación le da alas para implicarse en todo tipo de actividades, y el jueves, sin ir más lejos, será el encargado de abrir las fiestas del barrio con la lectura de un pregón. «En la familia no hay nadie así, de modo que de herencia no me viene», asegura este llaraniense de corazón, que comenzó a organizar actividades desde crío. «A los 16 años ya era presidente de algo, y antes ya había organizado cosas». Sin embargo la política nunca le atrajo. «Intentaron meterme en el sindicato, pero no». Su interés, asegura, es que su entorno vital sea lo mejor posible. «En principio lo hago por mí, aunque otros preferirían esperar a que les den hechas las cosas». Esta es la filosofía de este vecino de Llaranes con familia, oriunda de Gijón, que se asentó en el barrio a la sombra de Ensidesa. «Yo siempre quise vivir aquí», asegura.

Uno de sus últimos «juguetes» es bucear en la historia de los bolos, un juego que, en la modalidad que a él más le interesa, la «cuatreada», tuvo como héroes indiscutibles a jugadores como «Magdalena», «Cajetilla» y «Los Poloncios». «Como todo lo que hago, fue un "embarcazo"», bromea. Un compañero suyo de trabajo, José Luis Meré, que jugaba muy bien a los bolos, le hizo socio del club. Y cuando falleció, la peña le organizó un memorial. «Me pidieron que hiciera algo... Y al final terminé siendo directivo eterno. Ellos vienen a jugar, y yo a lo mío», cuenta José Ángel del Río.

La bolera donde se reúnen los socios del Grupo de Ensidesa tiene una singularidad: es la bolera de «cuatreada» más occidental de Asturias. Y es que esta modalidad del juego se estila más en el oriente asturiano, mientras que Avilés ya entra más en la vertiente de «batiente». «A Ensidesa vinieron a trabajar muchos vecinos de las Cuencas, de Gijón y Oviedo... por eso se implantó la cuatreada», explica. De la amplia variedad de modalidades que se juegan en el territorio asturiano, «la cuatreada fue la última en introducirse, y también la más técnica». Los primeros bolos que se jugaron en Asturias, en cambio, fueron los de derribo, ligados a los peregrinos del Camino de Santiago.

Y esto todo lo explica Del Río con paciencia y detalle. Porque lo que empezó siendo «un embarcazo» es ahora una de sus pasiones. Con motivo del Festival Intercéltico de Avilés presentó una exposición de fotografías dedicadas al mundo de los bolos que es sólo un anticipo de lo que realizará en Llaranes en las próximas semanas, y donde promete reunir más de 1.000 imágenes. «Es el juego que más se juega en el mundo después del fútbol», asegura el de Llaranes, refiriéndose también a la práctica del «bowling». «Los americanos hicieron algo parecido a lo de Papá Noel: tomaron el juego de los emigrantes irlandeses, alemanes y holandeses y lo explotaron a su manera: hoy se juega en todo el mundo». En cuanto a los orígenes, asegura, son muy antiguos, y ya en tumbas egipcias hay elementos correspondientes a un juego muy parecido, que incorporaba una especie de portería por la que tenía que pasar la bola antes de impactar con los bolos. De ahí pudo derivar también el cricket o, incluso, la petanca.

Respecto a la cantera, destaca el grupo de alumnos del Santo Tomás que juegan, pero que son un oasis en un desierto de vocaciones. «Tenemos mucha competencia con el fútbol, el baloncesto, las bicis...» De momento, sin embargo, el bolo sigue triunfando en Asturias: «Hay más de 4.000 licencias de cuatreado». Y las mujeres, además, están conquistando un lugar en el juego. «Uno de los doce mejores jugadores de Asturias es una chica, y en Ribadedeva y Cangas hicieron peñas exclusivamente de mujeres». El conocimiento de los bolos se queda, para él, en algo puramente teórico. «Para jugar necesitaría dos horas diarias entrenando... Y no tengo tiempo».

Y es que, en su caso, la jubilación es mera anécdota: las horas del día se le quedan cortas para atender todas sus actividades. Además de presidente del grupo de bolos preside el Club Popular de Cultura Llaranes y es actor del grupo de teatro del barrio, que lleva ya 12 representaciones en lo que va de año. «En el teatro estoy como un gato en una pescadería», dice satisfecho. El conjunto amateur combina a 18 actores de edades diversas, desde los 17 años de Rubén Domínguez hasta los más veteranos ya jubilados. «Vamos todos siempre que tenemos representación, el grupo está funcionando muy bien». Febrero es otro mes de referencia en sus obligaciones, con la celebración del Antroxu y su metamorfosis en «sardino mayor».

Su elección como pregonero le llena de satisfacción. Es la primera vez que el barrio elige una voz para abrir las fiestas de San Lorenzo. «Hay varias personas que podían ser los pregoneros... me siento agradecido y me hace ilusión», reconoce. José Ángel del Río tiene palabras, además, de alabanza para la joven comisión de festejos, un grupo de personas que ha decidido resucitar Cofella, con la presidencia de Juan José de la Roz. «Van a dar que hablar, los veo con mucha ilusión, y eso que organizar los festejos es lo más desagradecido del mundo». Quizá es por lo que él decidió abandonar esa faceta, aunque sí participa en lo que le pidan: «En el pregón y en lo que haga falta».

Para esta ocasión señalada, Del Río ya tiene preparado el texto que leerá el jueves, a las siete de la tarde, en el centro socio-cultural. Se centrará en San Lorenzo. «Quedó relegado cuando llegamos los de la fábrica, y quiero recordar que es la representación del Llaranes que tiene más de mil años». El pregonero no se anda con modestias: «No me quedó mal». El texto será uno más de los que engrosen la revista de San Lorenzo, que también se presentará el jueves, y que está realizado con mucho mimo.

Es singular que un llegado de fuera -aunque no de muy lejos- quiera reivindicar lo que fue el Llaranes de antes de Ensidesa. Y con eso se cierra el círculo: ya no hay coreanos, sólo avilesinos. «Costó que fuéramos lo mismo», asegura Del Río.