La congregación franciscana de Avilés abandonará la ciudad en otoño como consecuencia de la reordenación que está llevando a cabo la orden por la falta de vocaciones. No obstante, el Arzobispado de Oviedo aún no ha recibido la comunicación oficial acerca de la salida de los padres franciscanos tanto de la iglesia como del convento, inaugurado en 2009. «Son momentos duros y dolorosos, pero hay que asumirlo. Son muchos recuerdos; tengo mucho cariño a esto, a la gente,... ¡Qué más quisiéramos que quedarnos!», aseguró ayer Humberto González, fray Tito, uno de los dos únicos franciscanos en la ciudad, y que ahora serán trasladados a Galicia. La presencia de la orden en Avilés data del siglo XIII, es la única en Asturias y es la más antigua de la ciudad.

«Faltan vocaciones y se decidió cerrar alguna presencia y le tocó a la de Avilés y a otra en Galicia. Hay otras congregaciones que son más difíciles de cerrar porque hay colegios a nuestro cargo, por ejemplo. El padre provincial va viendo lo más fácil dentro del pesar y el dolor por tener que clausurar una presencia», explicó fray Tito, que lleva ya 14 años en Avilés. Su única «pequeña alegría» es que el cambio supondrá estar más cerca de su madre.

Una de las preocupaciones del padre guardián es lo que sucederá con la iglesia de los Padres Franciscanos, que cuenta con un buen número de feligreses: «Se intentará que siga abierta al culto; eso sería lo ideal y creo que va a ser así».

La noticia entre los fieles cayó como un jarro de agua fría y sobre todo entre las entidades que tienen en la iglesia de los Padres Franciscanos su sede social. Es el caso de la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, la cofradía de la Virgen de Fátima y la Orden Seglar Franciscana. «Aún no hemos encajado la noticia. Estamos conmocionados; tenemos un sentimiento de orfandad tanto por la marcha de los franciscanos como por la incertidumbre porque no sabemos qué va a pasar con la iglesia», aseguró ayer Agustín Albuerne, de la orden seglar.

El franciscano, que aún alberga la esperanza de que la congregación permanezca en la ciudad, explicó que la colaboración durante las últimas seis décadas ha sido «muy estrecha». Es más, en templo guardan una de sus joyas, como es el paso de La Borriquilla, que saca la cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza cada Domingo de Pascua. Su hermano mayor, Rufino Arrojo se mostró sorprendido por la marcha: «Nos da mucha tristeza porque se acaba un capítulo importante de la historia de Avilés. Siempre estuvieron ahí, es una presencia habitual. En unos años, además, se cumplirían cien años de su segunda llegada, en 1919».

Alberto Solís, responsable de la cofradía de Fatima, afirmó que la noticia les cogió totalmente por sorpresa. «Es un palo, porque es una comunidad que siempre ha estado en Avilés. Nadie lo esperaba, me da mucha pena porque, además, fray Tito hizo mucho por esta iglesia», sentenció Solís. El cofrade, al igual que Arrojo y Albuerne, expresó su incertidumbre por el futuro de la iglesia de los Padres Franciscanos: «No sabemos si seguirá abierta, si podremos seguir allí».