La comunidad católica avilesina ve inapelable y acoge con resignación la marcha de los monjes franciscanos, un hecho que pondrá fin a más de siete siglos de presencia de la orden en la ciudad. Según las fuentes consultadas por este periódico, parece más que difícil que la Provincia de Santiago de Compostela, que es a la que pertenece la comunidad avilesina, dé marcha atrás en su propósito, justificado, fundamentalmente, por la escasez de vocaciones. Tan sólo dos monjes residen actualmente en la residencia avilesina, y a mediados del próximo mes irán trasladados a Galicia.

Las actividades dependientes hasta ahora de los franciscanos tendrán que reorganizarse. Así, Rufino Arrojo, hermano mayor de la cofradía Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, explicó que pasarán a depender más directamente de la parroquia de San Nicolás de Bari, que es la que se hará cargo de la iglesia de los franciscanos. «No creo que haya ningún problema. Pero es cierto que nos afectará su marcha, echaremos de menos su colaboración y la gran relación que tenemos con los monjes», reconoció Arrojo.

Junto a Nuestro Padre Jesús de la Esperanza quedarán huérfanos la Cofradía de la Virgen de Fátima y la comunidad franciscana seglar. Entre los tres están pensando en organizar algún tipo de celebración especial de despedida cuando, a mediados del mes que viene, los monjes dejen definitivamente la ciudad.

También lamentó la marcha de los franciscanos el concejal de Cultura, Román Antonio Álvarez. «Es una pena que después de tantos años la orden tenga que abandonar Avilés. Pero tienen sus normas, la decisión la habrán tomado con cuenta y razón». El edil hizo memoria y recordó que no es la primera orden que abandona la ciudad; ya en su día ocurrió con las monjas bernardas, cierto que durante la Desamortización, pero también fueron las elegidas para irse por la falta de efectivos.

Álvarez añadió que el Ayuntamiento aún no tiene comunicación oficial alguna por parte de la Orden de San Francisco. Y destacó el servicio que vienen realizando los monjes en favor, especialmente, de los más necesitados. «Eso se resentirá», lamentó. Además apuntó que la comunidad también realizaba una importante tarea de mantenimiento de uno de los edificios más singulares de la ciudad, la iglesia más antigua de Avilés, que es propiedad del obispado.

Otra de las incógnitas, con la marcha de los monjes, es qué ocurrirá con el convento que ocupan en la calle La Ferrería. Y que además está recientemente inaugurado: fue hace cuatro años, también en verano, cuando los frailes se trasladaron del antiguo edificio anejo a la iglesia a la nueva residencia que hace pared con pared con el Museo de la Historia Urbana de la ciudad. El edificio está dividido en tres pisos con las siguientes dependencias: siete dormitorios, un oratorio, una biblioteca, cocina y comedor, sala de espera, despacho y sala de reuniones. En el sótano: almacenes, lavandería y sala de calderas.

La fachada de la iglesia de los Padres Franciscanos ya luce limpia, tras las tareas realizadas en los últimos días en el que es el templo más antiguo de la ciudad. Sobre estas líneas se puede ver un momento de los trabajos, con ayuda de una grúa. El Obispado de Oviedo ordenó la limpieza de este edificio, al igual que el de la iglesia vieja de Sabugo. Ambos templos tenían sus fachadas llenas de vegetación desde los meses de lluvias y ahora han recuperado su mejor cara.