Los cuerpos sin vida de José Fernández Álvarez e Isabel Ortega González, de 86 y 83 años, respectivamente, reposaban ayer por la tarde en las salas 7 y 8 del tanatorio de Avilés, donde se instaló la capilla ardiente. La hija de ambos, María Isabel, lloraba su pérdida: «Estamos destrozados, jamás piensas que esto puede pasar». Luego guardó silencio dolida por la cobertura mediática de la tragedia. La muerte de sus padres está siendo investigada por la Guardia Civil. José Fernández Álvarez, enfermo del corazón desde hace meses, asestó el sábado, según medios policiales, varias puñaladas en el pecho a su mujer, que sufría Alzheimer en fase terminal. La mató. Acto seguido se suicidó tirándose desde la azotea del bloque de cinco plantas en el que residían desde hacía años, en la calle Rey Pelayo de Piedras Blancas. Los nombres de José Fernández e Isabel Ortega compartían esquela.

La Benemérita será la responsable de esclarecer las circunstancias que rodean ambas muertes. Portavoces del Gobierno regional y del Ayuntamiento de Castrillón condenaron ayer el asesinato de Isabel Ortega González, a la que incluyeron en la lista de afectadas por la violencia machista como la primera víctima mortal de este año en Asturias. Ambas administraciones manifestaron, a su vez, sus condolencias a la familia, a la que le ofrecieron servicios de asesoramiento para hacer frente a este tipo de situaciones. «Siendo conscientes de las circunstancias sociales y sanitarias que concurren en este caso les recordamos que existen dispositivos de apoyo que pueden aliviar a las familias ante situaciones tan penosas como las que parecen darse en esta ocasión», sentenciaron.

Los responsables políticos aprovecharon, además, para transmitir un mensaje de intolerancia ante la violencia contra las mujeres «sea cual sea el grado con que se produzca» y su más enérgico rechazo hacia los hechos violentos. Entre José Fernández Álvarez e Isabel Ortega González no se habían producido encontronazos agresivos hasta el pasado sábado, siempre según sus conocidos. Aseguraron que el hombre cuidó de su esposa, que vivía desde hacía siete años postrada en una cama, hasta que su salud también quebró. El matrimonio llevaba meses sin salir de casa y dependía principalmente de su hija y de su yerno, Eloy Álvarez Pérez, para cumplir con sus quehaceres. Ambos visitaban a la pareja octogenarias varias veces al día y habían sopesado, según pudo saber este diario, contratar a una cuidadora.

En Piedras Blancas, pocos vecinos juzgaron el comportamiento de José Fernández Álvarez. En las redes sociales la muerte de la pareja fue motivo de intenso debate. Algunos voces opinaban del dramático suceso: «Fue un último acto de amor», «una muerte que se podría haber evitado con la eutanasia» o «no dejan de ser un asesinato y un suicidio». El funeral por José Fernández e Isabel Ortega se celebrará esta tarde, a las cinco, en la iglesia parroquial de Piedras Blancas.