Tomás Sanchís (Madrid, 1944) llegó a Avilés en 1969. De ascendencia asturiana, se tituló como Ingeniero de Minas en la Escuela Técnica de la Complutense de Madrid. Sanchís fue uno de los directivos más importantes de la gran siderúrgica en Avilés, de hecho, dirigió la factoría local durante algunos años. Participó ayer en el palacio de Camposagrado, junto a José Luis Poyal y Javier Gancedo, en la primera de las jornadas sobre Ensidesa y la siderurgia en la ciudad, una actividad organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País y que concluirá el próximo miércoles día 9.

-Tengo entendido que entró en la empresa en los sesenta.

-Concretamente, en el año 1969.

-La época dorada.

-Bueno, empezaba la época dorada. Se arrancó el último horno alto, la acería LD-II... A partir de ahí empezó la época dorada.

-La ciudad cambió con la llegada de Ensidesa. Se construyeron nuevos barrios.

-En el año 1954 Avilés tenía 20.000 habitantes. Siete años más tarde tenía el doble. Y siete más, el triple... Esto ya te indica que la incidencia de Ensidesa -y alguna que otra empresa, aunque al abrigo de esta- fue muy importante, tanto que se transformó la ciudad completamente.

-¿Siempre quiso dedicarse a la siderurgia?

-Cuando llegué a esta ciudad lo hice con la idea preconcebida de que Ensidesa era una empresa muy importante en la que poder trabajar muy bien. Me dije: "Es bueno coger experiencia en una empresa de este tipo y después, Dios dirá". Y esta empresa me enganchó. Fui a parar a un sitio supuestamente duro y difícil -hornos de acero- y descubrí que aquel proceso, efectivamente, era duro y difícil. Pero veía que podía actuar y me gustó.

-Vivió todos los cambios del proceso productivo.

-Efectivamente. La tecnología Siemens quedó totalmente obsoleta con la aparición de nuevas maneras de producción, sobre todo con las coladas continuas. El proceso Siemens-Martin en Europa. Lo inventaron los hermanos Siemens en Alemania y, en paralelo, los hermanos Martin, en Francia.

-¿Qué suponía la factoría de Avilés dentro del grupo público?

-Ensidesa era la mayor fábrica siderúrgica de España y la planta de Avilés era la mayor de las dos asturianas. Avilés tenía una capacidad de 3,3 millones de toneladas al año frente a Veriña, con casi dos. Yo pasé del Siemens a Veriña, para ser jefe de la zona de cabecera: baterías y la acería. Volví a Avilés, como subdirector. Luego cambiaron todas las organizaciones y estuve un tiempo como jefe de laminaciones, de logística. Acabé como director de iniciativas estratégicas.

-Lo que caracteriza la producción de Asturias es el proceso integral.

-Eso es, pero no es una particularidad de la región. En otras partes de Europa también se produce integralmente, que es como se llama al proceso que parte del óxido de hierro, que es la materia prima. Por contra, tenemos las llamadas miniacerías, que parten de la chatarra. Son recicladoras, instalaciones más pequeñas. Tienen problemas de calidad.

-¿Cómo ha sido el desarrollo tecnológico en España?

-Principal. Había industrias integrales más pequeñas. Entre los Altos Hornos de Vizcaya y Ensidesa, ¿cuál era la principal? Pues es discutible. Ellos dirán una cosa y nosotros, otra.

-¿La privatización de la empresa cambió su relación con la ciudad?

-No creo que cambiase entonces, puede que, sin embargo, sí haya cambiado ahora. En la actualidad sólo hay un dueño, pero en el momento de la privatización un tercio del accionariado estaba en Bolsa, otro tercio era de Arbed, otra siderurgia europea, con los mismos problemas que nosotros... El resto pertenecía a otras siderúrgicas privadas españolas.

-¿Se vendió bien?

-No lo sé. No miré los libros, aunque supongo que sí, dado el resultado.

-¿Avilés debe seguir siendo una ciudad industrial?

-Esperemos que sí, esperemos que siga siendo una ciudad industrial porque sin ella la ciudad caería en un declive tremendo. ¿Podría dedicarse al turismo? Eso es difícil. Eso sí, está empezando a mejorar la imagen de la ciudad.