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Los datos de Amigos Contra la Droga

La cocaína, a la cabeza de las sustancias ilegales con más consumo en la comarca

La mayor parte de los toxicómanos se inician en los estupefacientes fumando porros en la adolescencia

Usuarios y voluntarios de la Asociación de Amigos Contra la Droga. Mara Villamuza

La heroína es ya cosa del pasado, mientras que el consumo de cocaína en la comarca aumenta peligrosamente entre jóvenes sin recursos económicos que habitualmente caen en la delincuencia. La "farlopa" es ahora la droga principal para el 49 por ciento de las personas que solicitan ayuda en Amigos Contra la Droga, trece puntos por encima que en 2007. El número de consumidores del popularmente conocido como "jaco" ha caído, al contrario, en los últimos siete años, pasando de un 48 por ciento de usuarios afectados directamente en 2007 a un 28 por ciento en 2013.

La edad media de los consumidores de cocaína es de 34 años -en Amigos Contra la Droga reciben atención personas de 19 a 59 años- y casi todos se iniciaron en el mundo de los estupefacientes con un porro en la adolescencia, según los datos facilitados por Ana María Menéndez, psicóloga del colectivo de tratamiento a adicciones asentado en Piqueros de Abajo y correspondientes a 2013. Con la cocaína como droga estrella, los responsables de Amigos Contra la Droga aprecian un descenso de ciertas enfermedades ligadas a la heroína como diferentes tipos de hepatitis o el sida (VIH). Esto está relacionado, precisa, con un cambio en la vía de administración de la droga, que ha pasado de ser intravenosa a nasal.

"La mayoría de los drogodependientes esnifan la coca", precisa Menéndez, que agrega: "Quienes siguen consumiendo heroína son personas de la vieja escuela, adictos crónicos o severos". Estos, recalca, son los mismos que ahora han vuelto a pedir en las farmacias Rubifén, un fármaco que en las décadas ochenta y noventa del pasado siglo recibió el nombre de "coca de los pobres". Y es que el binomio drogas y dinero siempre ha estado unido, pero cada vez más los responsables de Amigos de la Droga reciben a personas sin ingresos. El dato llama la atención porque un gramo de cocaína ronda los 60 euros.

Esto conlleva, según Menéndez, que muchos usuarios busquen dinero "en pequeños trapicheos y robos por necesidad". "Aquí tenemos personas en cura que cometen delitos porque tienen que alimentar a sus familias", subraya Menéndez. Ofrece datos del azote de la crisis económica entre las personas enganchadas a distintos estupefacientes: uno de cada dos personas que pasaron por Amigos Contra la Droga en 2013 carecían de recursos, una situación que en 2007 afectaba al 33 por ciento de los drogodependientes a tratamiento. "Un adicto a las drogas suele evolucionar bien y puede alcanzar autonomía, pero tienen detrás un problema de fondo y son muy frecuentes las recaídas". La miseria tampoco ayuda a las personas que después de mucho tiempo deseen ahora engancharse a la vida.

"Hay personas que lo están pasando realmente mal a lo que debemos añadir la mala situación del mercado laboral o, mejor dicho, la precariedad laboral existente", sentencia Ana María Menéndez, que destaca que las personas ya rehabilitadas o en proceso de cura "encuentran malos trabajos que no pagan o abonan en b". Entonces algunos desintoxicados vuelven a caer al pozo. "Lo que empieza como un consumo recreativo deriva en problemas familiares y con la justicia porque han dado positivo en las pruebas de alcoholemia al volante, por peleas o trapicheos, pero difícilmente causas mayores", explica.

En cualquier caso, la mayoría de las personas a tratamiento en Piqueros de Abajo son hombres que regalaron su adolescencia al cannabis y se engancharon por diversión a la cocaína para sacar rendimiento a la madrugada, lo que los profesionales denominan consumo recreativo. Este año, 2014, el colectivo carece por primera vez en años de lista de espera. El pasado año atendió como viene siendo habitual a 110 personas, de las cuales sólo el 11 por ciento eran mujeres.

Una vez que cruzan la puerta de Amigos Contra la Droga, los usuarios participan en terapias individuales y de grupo, talleres formativos y de educación para la salud y de tanto en cuando talleres que ofrecen voluntarios. En el centro de Piqueros de Abajo trabajan actualmente tres personas, dos menos que hace unos años debido al recorte de prestaciones y ayudas por parte de diferentes instituciones. Las personas que precisan ayuda, sin embargo, siguen llamando a la puerta de la asociación. Todas claman ayuda para alejarse de las "rayas de nieve".

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