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Crítica / Música

"Clásicos" de confianza

Los músicos de la OCA, durante su concierto en Avilés. | ricardo solís

La Orquesta Clásica de Asturias (OCA) recaló el miércoles en la temporada de la Sociedad Filarmónica Avilesina, uno de sus escenarios habituales, con un programa que vino a reafirmar el éxito de la orquesta en su concierto de enero del Teatro Jovellanos de Gijón. Desde su fundación, en 2009, la OCA realiza una labor didáctica y de difusión musical que complementa, con una presencia regular, las principales temporadas sinfónicas asturianas

En este sentido, la OCA ofrece oportunidades a jóvenes instrumentistas de talento -la mayoría formados en las aulas asturianas-, para sumar experiencias en el terreno sinfónico. Durante cinco años, esta labor se ha llevado a cabo con un criterio artístico y unos estándares de calidad de manifiesto en los diferentes conciertos de la orquesta, a cargo de su fundador: el director, compositor y clarinetista Daniel Sánchez Velasco.

En su regreso a la Filarmónica, la OCA estuvo dirigida por el avilesino Rubén Díez, un artista todoterreno: es compositor, pianista y un director de confianza, con una experiencia importante al frente de coros y orquestas. El programa de la OCA comenzó con la obertura de "El Murciélago" de Johann Strauss, de brillantes perfiles rítmicos, con una gama sonora muy rica de la cuerda, que tuvo en las maderas su contrapunto ideal.

Escuchamos también el aria "Mein Herr Marquis" de la opereta vienesa, en la voz de Estefanía Avilés. La soprano mejicana posee una voz de medios amplios que domina en su fraseo, cuidando las agilidades de la línea vocal. Su timbre es cálido, para momentos de especial belleza, sobre todo en el Gounod que incluyó el programa. En cuanto a las arias de Puccini, es sólo cuestión de tiempo el ganar en flexibilidad vocal y asentar el registro agudo, para encontrar el acomodo vocal perfecto. Así, habrá que seguir de cerca la evolución de esta cantante, que parece tener claras las ideas musicales a alcanzar, con una especial sensibilidad artística.

Puede decirse que el programa tuvo otro solista: el concertino Héctor Corpus, que deleitó al público con su poder lírico, de delicados giros melódicos, en la conocida "Meditación" de la ópera "Thaïs", de Massenet. Además, hay que destacar el papel de Corpus comandando la música de Saint-Saëns que, junto con el Tchaikovsky, en la segunda parte del programa, fue quizás lo mejor del concierto. Así, en la "Danza macabra, Op. 40" todo sonó en su sitio; esto es, con planos sonoros y ritmos perfectamente ensamblados en la orquesta.

Por otro lado, la "Bacanal", una de las piezas más famosas de "Sansón y Dalila", sonó plena de claroscuros, con una sección de maderas muy evocadora. El programa se cerró con una selección de la suite de "El Lago de los cisnes" de Tchaikovsky, donde hay que destacar las intervenciones solistas del viento (Román Enrique Álvarez, Antonio Serrano o César González fueron algunos de los atriles destacados), en una lectura de la orquesta vital y voluptuosa, flexible y muy clara.

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