"Chicote me cambió el chip". Así se expresa Sandra Álvarez, la propietaria del bar L'Orbayu de Las Vegas, que recibió hace dos meses la visita del popular cocinero televisivo y responsable del programa "Pesadilla en la cocina". El pasado lunes, La Sexta emitió el programa en el que pudo verse la transformación de su local.

Sandra Álvarez destacó que la presencia de Chicote en su negocio le ha abierto los ojos y, frente a lo que se pudo ver en televisión, está "más calmada" y dispuesta a pelear por su negocio con un principio básico, la organización. "Eso sí, lo que peor llevo son los comentarios que hace la gente, yo por mis hijos mato y seguiré adelante", señaló la propietaria de L'Orbayu, que tiene claro que no vale para ser famosa después de las felicitaciones y fotografías que algunos clientes le piden, sobre todo niños. "Fui esta mañana -por ayer- a un supermercado y tuve que ir con gafas de sol y, según caminaba, oía comentar: "mira, mira es la que salió en el programa de Chicote"", explica Álvarez.

"Pon un Chicote en tu vida", bromea la propietaria de L'Orbayu, que en tan sólo dos meses ha pasado de tener un bar "que era una ONG" para Sandra Álvarez y "un club de amigas" para sus empleadas, a contar con una sidrería con "movimiento". Salvo una de las camareras que participaron en la grabación de "Pesadilla en la cocina", el resto ya no forman parte de la plantilla. "Me dio pena echarlas", reconoce la propietaria del negocio ubicado en la calle Rubén Darío de Las Vegas.

Durante su aparición en televisión, Sandra Álvarez, dejó claro que no le gustan los mejillones "con pelo". "Frescos sí, pero aquí se comen sin pelo", relató la propietaria de L'Orbayu que llegó a ofrecer croquetas "congeladas" a Alberto Chicote: "No las iba a poner caseras, no me las iba a pagar y además, las iba a criticar". "Cuando me dio a probar los mejillones, que no estaban presentables, le dije que no los iba a comer a esas horas: soy más de carne", indica Álvarez.

Pese a todo, está agradecida a Alberto Chicote y al equipo de "Pesadilla en la cocina" por orientar su negocio y hacerle ver la importancia de cuidar L'Orbayu y a sus clientes para salir adelante y "dar de comer" a sus hijos. "Sigo sin ver mucho a mis niños, pero ahora vengo a trabajar al bar de manera diferente, con más ganas", afirma la propietaria del local, que admitió haber llorado mucho y haber hecho reir al popular cocinero. "Por cierto, Chicote va a volver", concluyó.