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"Ya estamos despedidos, nada va a ir a peor"

Los trabajadores de la aluminera y de sus auxiliares se concentran en la entrada de la fábrica al calor de braseros improvisados

Trabajadores de Alcoa y auxiliares concentrados en San Balandrán. M. V.

Al calor de braseros improvisados, en las portería de la fábrica avilesina de Alcoa, los trabajadores de la aluminera norteamericana y de alguna de sus auxiliares se calentaban. "Ya estamos despedidos, nada va a ir a peor", dice Juan Carlos García, del comité de empresa. "Las protestas van a ir in crescendo", vaticina. Primero, una concentración diaria en la portería, después, una acampada con pernoctación y, al final, los trabajadores llevarán la protesta a la comarca y a Asturias entera. "No tenemos nada que perder", explica el delegado sindical de Comisiones Obreras que, junto a una cincuentena de compañeros bloqueaban la salida de aluminio de la planta de San Balandrán ayer por la mañana.

A primera hora, el alcalde de Gozón, Ramón Artime (PP), visitó a los concentrados y, pasadas las 19.00 horas hizo lo propio Eduardo Donaire acompañado por Jenaro Martínez Paramio, los responsables regional y comarcal de MCA-UGT.

"Vamos a seguir produciendo, pero el aluminio se va a quedar dentro", explicó uno de los concentrados en la primera jornada de protesta por el aviso de cierre de las fábricas de Avilés y La Coruña: más de 1.200 familias que quedan en el alambre. "Somos muy jóvenes, una de las primeras en la que se llevó a cabo el contrato de relevo", apunta García. "Muchos de nosotros somos padres de niños pequeños, de bebés. Tenemos que luchar por la fábrica", añade el delegado sindical.

Rafael Méndez y Carlos Álvarez son trabajadores de las auxiliares. "Esto está muy complicado, pero parece que es fruto de una estrategia planificada", apuntan ambos. "Parece que las empresas nos están utilizando a nosotros como marionetas", añaden. Ya pasó, dicen, en la crisis de 2012 y en la de 2010, la de las inundaciones. Toda la comarca salió a la calle para evitar el cierre de Alcoa, que vive en la amenaza continua desde que se acabaron las tarifas subvencionadas. Y, mientras tanto, la hoguera sigue calentando a los obreros que quieren seguir trabajando.

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