La defensa del sector industrial, uno de los pilares de la economía asturiana, reunió ayer en una manifestación que recorrió sin incidentes el centro de Avilés a unas quince mil personas -veinte mil según los sindicatos convocantes y sobre ocho mil según la Policía Nacional- y puso de relieve la especial sensibilidad que tiene la comarca para todo lo relacionado con un sector del que dependen miles de empleos. La manifestación tenía por objetivo exigir una solución que evite el cierre de la fábrica de aluminio de Alcoa -amenazada por la pérdida a partir de 2015 de sus ventajas económicas en materia eléctrica-, pero acabó sirviendo para reivindicar un marco energético estable que proporcione seguridad al conjunto de la industria regional.

La riada humana que recorrió las calles de Avilés constituye un hito en la defensa de la industria; habría que remontarse a 1978 -el año de la gran manifestación por la viabilidad de Ensidesa (cien mil personas)- para encontrar la anterior concentración más multitudinaria. Los diez mil manifestantes que a finales de la década de los años noventa salieron a la calle por la reindustrialización de la comarca fueron superados ayer y los tres mil de hace dos años, también en defensa de Alcoa, quedaron pulverizados.

"Sesenta años de tradición aluminera no se pueden ir por la borda", claman los trabajadores

Al margen del baile de cifras, la mejor percepción de cuánta gente participó en la marcha por la industria fue comprobar que cuando la cabeza de la manifestación pasó por el cruce de las calles de la Cámara y Doctor Graíño la cola de la "serpiente" aún estaba en la plaza del Vaticano, el punto de salida. En ese momento un río de gente desfilaba por las calles Francisco Orejas, González Abarca y el tramo intermedio de la Cámara. Ni los más viejos recordaban esa estampa.

La concentración se nutrió en buena medida de trabajadores de la propia Alcoa y de sus empresas auxiliares, así como familiares y amigos de estos colectivos, pero también de empleados de otras empresas comarcales, hosteleros, comerciantes, políticos de todo signo y ciudadanos en general sin que la edad fuera un impedimento. Una delegación gallega, compuesta por personal de las fábricas de Alcoa en La Coruña y San Ciprián, se hizo notar con cánticos y estruendo de petardos.

En el prolegómeno de la manifestación los líderes políticos y sindicales expusieron su preocupación por lo que acontece en Alcoa y plantearon exigencias tanto al Gobierno central -que tiene en su mano la convocatoria de una segunda subasta de incentivos eléctricos que podría allanar el camino para la continuidad productivas de la aluminera de Avilés- como a la multinacional, contra la que ayer arreciaron como nunca las críticas por su falta de compromiso territorial tras años obteniendo beneficios millonarios y recibiendo facilidades de todo tipo.

Damián Manzano, de la federación asturiana de Industria de CC OO, pidió al Gobierno que haga "todo lo posible" por revertir las "nefastas consecuencias" que ha traído consigo la subasta de los incentivos de interrumpibilidad eléctrica (el dinero que reciben ciertas industrias por su disposición a reducir o cesar el consumo eléctrico en caso de emergencia). Y a Alcoa le dejó un recado que resume el sentir de la plantilla: "En Avilés llevamos 60 años fabricando aluminio y ninguna empresa tiene derecho a acabar con esa tradición y con el empleo asociado. La exigencia es clara: que retire de inmediato el expediente de despido colectivo y que busque otras forma de arreglar sus problemas".

El secretario general del sector industrial asturiano de la UGT, Eduardo Donaire, resaltó que el de Alcoa "es un problema político y como tal debe ser resuelto en esas esferas" y culpó a la empresa Alcoa de aprovechar la menor coyuntura desfavorable para plantear una medida "tan traumática como inadmisible".

Por la USO hablaron el secretario de Industria en Asturias, Segismundo Lorenzana, y el responsable estatal del sector, José Viaiglesias. El primero tildó de "fracaso" la subasta del servicio de interrumpibilidad y exigió a Alcoa que reinvierta en la modernización de la fábrica avilesina los posibles incentivos eléctricos que obtenga a partir de ahora. Y el segundo reivindicó el diseño de un marco energético de ámbito europeo para evitar situaciones como la que afecta estos días a Alcoa.

La manifestación fue también punto de encuentro para políticos de todas las sensibilidades. El PSOE destacó en Avilés al secretario de Organización de la FSA, Jesús Gutiérrez, y a su secretario general en Galicia, José Ramón García Besteiro. Gutiérrez lamentó el "carajal energético que ha montado el ministro José Manuel Soria" e instó a Alcoa a "no buscar excusas para justificar el desmantelamiento de dos de su fábricas". El responsable socialista gallego advirtió de que "os se hermanan Asturias y Galicia por una gran causa que es el empleo amenazado por la torpeza de un Gobierno que toma decisiones que penalizan a la industria en vez de apoyarla, pero si no corregimos a tiempo esta situación mañana este problema se extenderá a toda España".

Ignacio Prendes, portavoz de UPyD en la Junta General, manifestó su preocupación por el futuro, no ya de Alcoa, sino de la industria regional: "Si no queremos ser un desierto industrial, necesitamos precios de la energía competitivos. Esto debería ser una cuestión de Estado para Asturias y para toda España. Todos nos estamos jugando mucho y por eso la respuesta ciudadana a la manifestación ha sido masiva, acorde con esa preocupación".

Concejales, alcaldes y miembros de otros partidos como Foro -en su caso asistió a la manifestación, entre otros, la portavoz en la Junta General, Cristina Coto- el PP e IU acudieron circunspectos a la gran manifestación. El plantel político lo completaron miembros de formaciones carentes de representación en las instituciones, como el PCE -cuyos militantes repartieron octavillas exigiendo la prohibición de los despidos en empresas con beneficios- y Podemos.

Una vez en marcha la manifestación, comenzaron los cánticos y se desplegaron las pancartas, todas alusivas a la continuidad de la Alcoa, la defensa de la industria y el mantenimiento del empleo. "Soria espabila, la industria está jodida" o "Coruña y Avilés, la misma planta es" fueron algunas de las consignas coreadas por cientos de voces entre el estallido de petardos de gran calibre cuando no el disparo de cañonazos, estos últimos posibles gracias a un artilugio rodante que trajeron los manifestantes gallegos y que soltaba estruendosas descargas con sólo tocar un botón.

Ya en la plaza del Parche -insuficiente para dar cabida a la marea humana que aún caminaba por la calle la Cámara- la niña de14 años Marigé Muñiz Banciella, hija de un trabajador de Alcoa, leyó un comunicado crítico con el "apetito insaciable de una multinacional que a las primeras de cambio y en una situación complicada elude el compromiso con sus trabajadores"y duro con "los sucesivos gobiernos que han obviado la responsabilidad de afrontar de manera decidida y rigurosa un marco estable en el ámbito energético que permita un escenario de viabilidad para las grandes industrias".

Poco o nada quedaba por decir, salvo agradecer a los asistentes su presencia, subrayar la voluntad de los trabajadores de luchar por el futuro del sector del aluminio "en todos los ámbitos y con todas las herramientas a nuestro alcance" y corear a todo lo que daban los pulmones lo que lleva camino de convertirse en un himno: "¡Alcoa no se cierra!" El 11 de diciembre de 2014 quedaba grabado así en el imaginario comarcal de la lucha en defensa de la industria.