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La difusión del uso perverso de Yodel retrae a los jóvenes, que reducen sus comentarios

La publicación el domingo, en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, de un artículo sobre la proliferación de insultos, burlas y bromas de mal gusto que circulan a través de Yodel causó efecto entre la población adolescente seguidora de esta red social. El volumen de comentarios malsonantes de días pasados cayó en picado. "Hay muchos menos insultos. A los guajes les entró miedo al ver que la gente animaba a denunciarlos, tal y como pide la policía local", señala Aida Vázquez Francisco, la joven de 20 años estudiante de Educación Infantil que inició una particular batalla en contra del abuso de Yodel al detectar el tono de los comentarios. "Es una aplicación salvaje y además de cobardes por el anonimato; nunca había visto nada igual", dice. Los resultados de esta campaña que la llevó a acudir a la policía local para poner en su conocimiento el contenido de esta aplicación no han tardado en llegar. Está recibiendo numerosos whatsapps de personas que no conoce siquiera agradeciéndole su empeño en acabar con los mensajes públicos fuera de tono. También recibió la llamada de la madre de una niña insistentemente vilipendiada en Yodel. "Me dio las gracias por animar a los críos a que lo cuenten en casa y así puedan denunciarlo", indicó.

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