La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Días fructíferos para la actividad pesquera

La industria de la anchoa pide una gestión más sensata del recurso para no agotarlo

Las conserveras logran el objetivo de proveerse de materia prima, pero critican el pequeño tamaño del bocarte que se pesca estos días

Samuel Guillén repone bocarte en el mostrador de su pescadería mientras Javier Serrano limpia el suelo. M. VILLAMUZA

Las abundantes capturas de bocarte que desde el pasado viernes se vienen produciendo en la costa asturiana dejan un sabor agridulce a los responsables de las industrias conserveras que utilizan ese pescado para elaborar las muy apreciadas anchoas del Cantábrico. Los transformadores del bocarte se congratulan de que las rulas de Avilés y Gijón lleven días a rebosar de producto porque así pueden aprovisionarse con los kilos que necesitan para sacar adelante la próxima campaña de anchoa, pero a su vez advierten de que el manjar que elaboran podría verse en peligro a corto o medio plazo si persiste el actual sistema de explotación temprana del recurso, que trae como resultado la captura de ejemplares demasiado pequeños (prácticamente inútiles para hacer conservas) y la escasez de los que sí tienen un tamaño adecuado para meter en botes o latas.

Como ya informó este diario a finales de abril, el sector conservero recibió con temor y preocupación las noticias desalentadoras que llegaban de los puertos vascos donde entonces se concentraba la venta de los primeros bocartes del año: ni eran tan abundantes como cabía esperar ni tenían el tamaño suficiente como para ser convertidas en anchoas. El fantasma del desabastecimiento recorrió la Cornisa y con él la incertidumbre por un sector en expansión que cada año necesita más materia prima.

Conforme avanzaron los días y los bancos de bocarte se aproximaron a la costa cántabra la preocupación inicial de los conserveros fue remitiendo, debido en buena medida a la captura de alguna que otra remesa de bocarte de tamaño aceptable. La explosión definitiva de la costera de bocarte se produjo estos días en Asturias, donde las descargas de pescado se cuentan por decenas de miles de kilos, tanto en Avilés como en Gijón. La mayoría de las conserveras han podido cubrir sus expectativas de compras, si bien no con pescado del tamaño deseado en principio al menos con unos ejemplares que se aproximan al ideal. Todo lo anterior no oculta, sin embargo, una realidad que disgusta al sector conservero: buena parte de las capturas de bocarte que está haciendo la flota en aguas asturianas se corresponde con ejemplares de bocarte demasiado pequeño, lo que a ojos de la industria es sinónimo de "quemar" el caladero e impedir que los peces alcancen su pleno desarrollo.

El presidente de la potente Asociación de Fabricantes de Conservas de Cantabria, José Luis Ortiz, ayer de compras en la rula de Gijón, expresó su malestar por la poca paciencia de los pescadores: "Nadie espera a que el pescado engorde y el resultado de estas prisas por pescar bocarte es que llegan a puerto miles de kilos de ejemplares demasiado pequeños que no valen para la industria conservera española; de seguir con este modelo de gestión me temo que en unos años volvamos a las andadas y se agote el recurso, como pasó en la década de los años noventa con las fatales consecuencias que todo el mundo recordará (la Unión Europea vedó la pesca de bocarte durante seis años y la industria de la anchoa hubo de buscar otros puntos de suministro)".

Ortiz aboga por una gestión "más sensata" del bocarte habida cuenta de que aproximadamente el 90 por ciento de las capturas tienen como destino abastecer a las fábricas. "El actual esfuerzo pesquero puede pasarnos factura a todos; lo que convendría es consensuar los tamaños a capturar en las próximas costeras y que la gente se conciencie de que traer a puerto bocarte más pequeño no beneficia a nadie", explica el representante de la industria conservera cántabra.

Los fabricantes de anchoas cifran el tamaño ideal del bocarte en una horquilla que va de las 25 a las 45 unidades por kilo (granos, en el argot); los bocartes más grandes sirven fundamentalmente para hacer conservas en el tamaño que demanda la hostelería y el comercio gourmet y los más pequeños son los que se usan para las latas de octavillo. En la presenta costera han llegado a comercializarse bocartes de hasta 70 granos, lo cual es "una barbaridad" a ojos del sector conservero.

En lo tocante al precio, los responsables de las fábricas aventuran "problemas" para repercutir en el consumidor final de anchoas el "alto precio" que están pagando por el bocarte y que se sitúa, de media, entre 6 y 12 euros por kilo, con puntas extraordinarias de hasta 15 euros. Frente a estos precios orientativos "para la industria" y fruto de la abundancia de capturas de poco tamaño, el precio medio global del bocarte subastado en la rula de Avilés el pasado miércoles fue de tres euros.

Compartir el artículo

stats