"Encontramos bolas de carne con agujas clavadas en el prao donde paseamos habitualmente a las perras". Así lo contaba ayer Víctor Suárez mientras paseaba a su perra "Neska" y a "Ayka", la de su novia, Paula Pramo. Un "cafre", según lo denominan los propios vecinos, depositó los cebos para perros en un prado situado detrás de la estación de tren de La Rocica, frente al edificio El Roble, en el barrio de Llaranes. Y fue "Ayka", un can de dos años, la que picó el anzuelo. "Nos empezamos a dar cuenta de que algo iba mal el domingo por la noche", relata Víctor Suárez. Fue entonces cuando "Ayka" empezó a vomitar alfileres. "El lunes salimos a mirar y encontramos los pedazos de carne con agujas", añade Suárez. El propio joven se encargó de quitar todos los cebos que encontró, aunque advierte a los dueños que suelen pasear a sus canes en esa zona que tengan cuidado, ya que se le pudo escapar alguno.

Por suerte, "Ayka" ya se encuentra en perfectas condiciones físicas, aunque está "algo asustada por tanto viaje al veterinario y el jueves estaba un poco atontada por la anestesia", explica Víctor Suárez. Tras una primera exploración en la clínica Lindo Pulgoso de Piedras Blancas, una veterinaria experta en gastroscopias extrajo treinta alfileres del estómago de "Ayka". "La perra tuvo mucha suerte porque era posible que se hubieran dispersado y dar con ellos hubiera sido como buscar una aguja en un pajar", explica Santiago Fernández, propietario de la clínica veterinaria. Las agujas tenían un largo aproximado de tres centímetros.

"Ya había oído hablar de casos similares hace unos años en Gijón, y desgraciadamente parece que hay un efecto contagio", lamenta Fernández. Sin embargo, es la primera vez que un caso de estas características llega a sus manos, y el veterinario espera que sea el último.

El barrio de Llaranes está estos días protegiendo a sus perros más que nunca. En la tarde de ayer, algunos propietarios de canes miraban entre las hierbas por si aún quedaban restos de los cebos, o por si el artífice de ellos hubiera decidido volver a actuar. "Sí que estoy preocupado, sobre todo porque el mío es un fartón y seguro que si encuentra uno se lo come", aseveró Pablo Gutiérrez, dueño de "Nico". Por su parte, José Manuel Martínez aseguró que es la primera que oía hablar de un caso de estas características en la zona: "Encima es muy difícil controlarlos porque que se te escapen y lo ingieran es cuestión de segundos", subrayó. Aunque por norma general no deja que sus perros, "Uma" y "Wen", coman nada del suelo, estos días anda con mil ojos.

Aunque "Ayka" está recuperada, Víctor Suárez no perdona al agresor. Tanto él como su novia, Paula Pramo, han iniciado una campaña de advertencia en las redes sociales con la que buscan evitar futuros daños a los canes de la zona. Por otro lado, los usuarios advierten también de que los sulfatos con los que el Ayuntamiento rocía los parques del barrio también son tóxicos para los perros, y pueden causarles mucho daño. "Solo con olerlo ya se pueden poner malos", lamenta José Manuel Martínez.