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PASTORA VEGA | Actriz, coprotagoniza "La asamblea de las mujeres", en el Centro Niemeyer

"No se podía calibrar la fiesta final en que se ha convertido nuestro espectáculo"

"Lo mejor es ese mensaje que transmitimos: ante la adversidad, no perdamos el sentido del humor"

La actriz Pastora Vega.

La actriz Pastora Vega (Madrid, 1960) es una de las protagonistas de la obra del verano: "La asamblea de las mujeres", que se representa este sábado (22.30 horas) en el auditorio del Niemeyer, y que ha triunfado de manera inusitada durante el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Vega conversa con LA NUEVA ESPAÑA mientras viaja en tren. "Si se corta, vuelva a llamar", aclara.

-30.282 espectadores en sólo diez días.

-Sí, una barbaridad. Ha sido inimaginable. Estoy sorprendida, pero gratamente sorprendida.

-¿Y en algún momento se esperaba un éxito tal?

-No pasaba por la mente de nadie. Juan Echanove me mandó la primera versión del libreto original en el que no se distinguía, ni de lejos, lo que al final hemos hecho. El libreto actual tiene poco que ver con aquel que me envió Echanove, pero los cambios han sido para bien. Bueno, pues aún así, con el libreto en la mano, no entendía muy bien lo que Echanove pretendía hacer: una chirigota, cómicos forajidos... No se podía calibrar la fiesta en que se ha convertido nuestro espectáculo, tan lleno de verdad.

-¿Qué se siente cuando una ve a tres mil y pico personas sobre la escena?

-Tampoco se puede explicar. Es un sentimiento muy fuerte, una pasada. Soy de ese tipo de mujeres que se crece con estos desafíos. Tiendo a no asustarme, pero lo que es salir y ver tanta gente... Y eso ahora se repite en Avilés: está todo vendido. Y lo mejor es ese mensaje que transmitimos: ante la adversidad, no perdamos el sentido del humor.

-Las mujeres cobran protagonismo, pero también los cómicos.

-Juan Echanove homenajea todo: las mujeres, los cómicos... a todos. A la dama mayor y al que está empezando, pero también al director de escena, a los que son capaces de todo por estar sobre la escena. Da la vuelta a todo la misoginia de Aristófanes, pero es lo bueno que tienen los griegos, que son capaces de contarnos todo después de 2.500 años. Avanzamos, pero en algunas cosas los humanos seguimos siendo cíclicos, nos lo enseñan los griegos, ya digo,

-Y es que 2.500 años no son nada.

-(Risas) Desde luego que sí.

-¿Y cómo llegó usted a este espectáculo?

-Juan Echanove y yo tenemos una relación especial desde hace... Mi hijo tiene 28 años, pues casi 30. Él fue su padrino y yo lo soy del suyo. La amistad la hemos sabido mantener todos estos años viéndonos más o viéndonos menos. Más que química, lo que tenemos los dos es mucho cariño el uno por el otro. Me dirigió en una ocasión en la segunda parte de "Turno de oficio". Esta pasada primavera me avisó de que teníamos que hablar. Me dijo que íbamos a trabajar juntos. Y yo abrí los oídos. Me dijo luego que sería en Mérida y se encendieron todas las alarmas. Al final me dijo que tenía que beber, beber y beber. Y es que el personaje que interpreto es un poco borrachina. Sufre la crisis y sale demasiado por las madrugadas.

-Me decía el otro día su compañera María Galiana que se notaba la felicidad.

-Claro que se nota. Soy feliz por el trabajo, pero también por el proceso de creación que hemos vivido. Tiene mucho que ver con la gestación de una criatura.Y hemos conseguido una convivencia perfecta, pero no sólo los actores, también con los técnicos.

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